SE ENTIENDE que los jueces saben más de leyes que los médicos, y que los médicos saben más de medicina que los jueces. El problema asoma cuando surgen choques de competencia, como ahora con las restricciones de la pandemia impuestas por los sanitarios para evitar la propagación del virus, que unos jueces aceptan y otros rechazan. Da la impresión de que cada cual interpreta las leyes a su antojo, como mejor le conviene, sin entrar en razonamientos jurídicos. Es normal que quienes representan o integran la judicatura defiendan las libertades, también las individuales, pero en este caso, apuntalar la libertad y el libre movimiento de personas que, por la razón que sea, no acatan las normas dictadas para garantizar la salud de quienes le rodean, de la población en general, no parece la mejor manera de proteger sus derechos, sino de impulsar un riesgo que, en teoría, debe evitarse si se tienen en cuenta otros considerandos no aplicados al pie de la letra y en una situación de peligro extremo, como es el caso. Por eso no se entiende bien el tozudo proceder de algunos jueces que se desvían de lo que, en principio, más conviene a la generalidad. Si como parece la legalidad es tan interpretativa, serán los responsables morales de lo que pueda suceder.
