Opinión

Nubarrones

Justo se cumplió anteayer un año. Cuando por indulgente rutina nos deseábamos un feliz inicio, nadie maliciaba que lo padeceríamos tan destemplado e ingrato, con el cuño de olvidar o de evocar (por lo adverso), según se mire. El caso es que arranca 2021 bajo nubarrones, con el desafío que sugiere no fantasear o soñar, como solíamos hacerlo; los presentimientos no permiten acariciar buenas perspectivas. Contener la pandemia, volver a la normalidad no está del todo en nuestras manos, aunque también dependa de la eficacia con que se apliquen las pócimas; algo parecido a la recuperación económica y otros derivados del entramado social, muy tocado por circunstancias azarosas. Lo que sí se presume como conquista imposible, aunque dependa de la pericia del hombre, es alcanzar la avenencia política, pensando en cauterizar la crispación y la escaramuza, obstructivas de la coherencia que demanda la ciudadanía, y no como método para satisfacer interesadas actitudes partidistas, y menos con el aval de un Gobierno (dos) escindido, inconexo y distorsionado por extravagancias de dudoso corte democrático, tendentes al deterioro de la pacificación necesaria para moderar y recuperar las bases del entendimiento, las que no encajan en el talante del troperío Frankenstein.

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