Opinión

Padrones y picores

Las nuevas tecnologías no carecen de defectos
N O ES nuevo ver a un camión de gran tonelaje encajonado en un camino angosto, no por impericia del conductor sino por culpa del GPS, del que no siempre debe uno fiarse. O ver cómo un turismo se precipita por un barranco por no contradecirle. O lo sucedido a los turistas franceses en Llanes, quedando su furgoneta inmovilizada en una playa del bello rincón asturiano por capricho del navegador. Error que encima les supuso una multa. Los avances cibernéticos, con sus conductas inteligentes, suelen ser sutiles y precisos, pero su sagacidad se distrae a veces por carecer de deducción y de sentido común para corregir situaciones de fijeza programada, y no siempre es así como se resuelven las dudas o incertidumbres sobre el terreno. Por ejemplo, los pimientos de Padrón –unhos pican, outros non–, son siempre bien recibidos en la mesa, pero nadie contaba con que el indeciso traductor automático del inglés, al descifrar la carta de un restaurante precisamente padronés, por apurar en exceso la literalidad de la palabra, los considerase "pimientos de censo electoral", que también podría ser, trasladado a un fiestorro a pie de urna, pero se enredó en nomotética, se le fue el magín y prefirió atribuir la acepción al consabido padrón de habitantes, sin que se parezcan en nada.

Comentarios