Opinión

Pardillos

Puede que las pillerías atribuidas al Pequeño Nicolás (Francisco Nicolás Gómez Iglesias) merezcan solo el calificativo de divertidas picardías, pero lo cierto es que sus incursiones para aparentar lo que no era, inmiscuyéndose en instituciones del Estado, son más serias de lo que parece. Pero tampoco no se puede perder de vista a quienes picaron o le dieron crédito (en beneficio propio), al ser, sin serlo penalmente, tan culpables o más en la trama de los episodios, no exentos de sutileza por parte del pillabán principal. Por ejemplo, la visita a Ribadeo el 13 de agosto de 2014, haciéndose pasar por enlace entre el Gobierno y la Casa Real, logrando desde la difícil reserva de tres mesas en un restaurante, completo hasta los topes, hasta conseguir que lo escoltase la policía municipal o que Portos de Galicia reservase plazas de aparcamiento en el muelle. Desde el mismo alcalde, el inspector de la policía local, un empresario asturiano (al que prometía beneficiar) o el Club Náutico, todos entraron al trapo del astuto gorrón, un ramillete de pardillos que tragaron deslumbrados por el pillastre. Se le juzga, ya saben, en la próxima semana en Madrid por usurpación de funciones, pero en banquillo, moralmente, no debería estar solo, al no es el único responsable del atrevido vodevil.

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