Opinión

Paulino: 27 años

POR MÁS que asumamos el veloz devenir de los años, nuestro asombro persiste al verificar la rapidez con que se esfuman. Parece que fue ayer, decimos, y corrieron lustros. En este caso, va camino de seis. Nada menos que 27 años (8 de marzo de 1989) de la matanza de Surribas, en Chantada, tristemente desatada por Paulino Fernández, y que es sin duda la mayor escabechina perpetrada por una sola persona en Lugo, Galicia y por muy poco, en España: siete víctimas y ocho con la del propio criminal, inmolado. Como algo parecido, solo memorizo lo de Puerto Hurraco, en Cáceres, con nueve abatidos por los hermanos Izquierdo. Me recuerdan Surribas desde Onda Cero para rememorar este miércoles aquella carnicería humana, y me remueven emociones profesionales de mucho arraigo, ya agitadas seis años antes por O Garabelo, en Pol. Volví mucho tiempo después a Chantada, y allí resistían imperecederos los estigmas de la quema de su hacienda, cuño con el que Paulino coronó la masacre, aniquiló su vida y borró para siempre el porqué de su ira. También seguían los hierros calcinados de su tractor, lo que más quería. Los años no lo borran todo.

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