Opinión

Playas sin humo

LA PROHIBICIÓN (deseosa) de fumar en las playas es un chispazo ecológico cargado de buenas intenciones y poco eficaz. Un paripé o simulacro del que Galicia es comunidad pionera por el número declarado de playas sin humo, marítimas y fluviales. Nada menos que setenta y nueve. Fumar en las playas no solo puede suponer una molestia para las personas no fumadoras sino que también supone un perjuicio medioambiental para los arenales, ya que una colilla puede tardar entre 5 y 10 años en degradarse, contamina el mar y sus sustancias tóxicas puede matar a los animales marinos o acumularse en su estómago. El ensayo lleva ya algunos años vigente y los resultados son fáciles de comprobar: en el espacio necesario para extender una toalla nunca faltan colillas, lo cual indica que la mayoría de los fumadores hacen caso omiso. Que algunos de ellos acaten la sugerencia es insuficiente para alcanzar el objetivo que se persigue, y que difícilmente se conseguirá mientras no se sancione a los infractores. No es el caso de Andalucía. Solo existe una playa libre de humos situada en Motril, donde las multas pueden llegar a los 3.000 euros. Y tienen un proyecto para hacer lo mismo en todas las andaluzas.

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