Opinión

Enemigos íntimos

Mención especial merece a maior distancia física que nos proporciona unha mobilidade máis cómoda. Acostuma a confundirse con distancia social cando non é o mesmo

Una cosa es la realidad y otra la escenificación, pero ambos conceptos pueden congeniarse si se administran. Es el caso, por ejemplo, de los políticos que en la tribuna, o en sus comparecencias públicas, se ponen a caldo, y sin embargo en el trato personal no se agreden, con relaciones correctas. Claro que no siempre es así, y no hay más que ver lo que sucede con los actuales gobernantes y quienes están en la oposición. Más que rivales políticos, donde cabe la educación y las buenas maneras, son enemigos… íntimos, con desplantes y afrentas impropias de servidores públicos y ciudadanos cuerdos, al rezumar entre ellos inquina u odio personal que les impide entenderse cuando toca resolver los problemas de Estado, lo cual perjudica muy mucho la marcha normal del país, que los padece sin comerlo ni beberlo. Acritud que aflora incluso entre miembros del mismo Gobierno. Por eso bien está recordar el arranque de la Transición, con sus buenas maneras y formas entre Suárez, Fraga, Carrillo, Felipe González, Anguita… Era impensable que ocurriese lo sucedido en la pasada celebración del Día de la Constitución, sin que Pedro Sánchez se dignase saludar siquiera al líder la oposición, Pablo Casado. Ya lo decía Cicerón: "Vivir sin amigos no es vivir".

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