ES MÁS que probable que a más de uno, lo mismo que a Pedro Sánchez, le haya perturbado el sueño la amenazante presencia de podemitas en el Gobierno, con la diferencia de que al presidente en funciones le asaltó la preocupación de repente, que no tenía cuando les ofreció una vicepresidencia y tres ministerios, cosa que tampoco sorprende al venir de quien viene, cambiando de criterio cada hora. Lo que sí llama la atención es el sarcasmo de la insomne justificación, al ser, argumenta, los de Pablo Iglesias "gente sin experiencia" para gestionar importantes cometidos "en la vida de los españoles". Más o menos. Lo afirma quien en su vida dio un palo al agua hasta que entró en política, cuyo arranque no es precisamente esperanzador. O sea, que entre su experiencia y la de sus, hasta hace nada, socios preferentes, la diferencia es nula. Claro que otro tanto puede decirse de los demás cabecillas de los diferentes partidos, con aspiraciones de gobierno. Son pretendientes a gestores sin ningún recorrido laboral/profesional que los avale, y por lo tanto su crédito no puede ser otro que la incertidumbre y la desconfianza, que puede salir bien o no salir. Algo así como la ruleta rusa. Solo queda apelar a los hados para que el estropicio sea menor.
