Opinión

Quitan el apetito

COMO otros muchos programas de televisión, ‘Pesadilla en la cocina’, que dirige y presenta el chef Alberto Chicote, está perfectamente escenificado, responde a un guion y el efecto de que gran parte de su contenido se improvisa no deja de ser una apreciación que, eso sí, aporta frescura y redunda sobre todo en la conquista de audiencia. Poco más. Los enfados, los desplantes y piques que se ofrecen al espectador están perfectamente calculados. Nada surge a bote pronto.

La pretensión, como no se oculta, es recuperar o reconducir restaurantes en apuros, faltos de clientela o mal coordinados, y casi siempre se consigue con reformas y enmiendas que afectan al local y a la mejor disposición del personal, pero hay otro capítulo que no pasa desapercibido, y es lo que enseñan las cámaras sobre la siempre escasa higiene y la suciedad acumulada en tan siniestras cocinas, que al verlas quitan el apetito de los comensales menos exigentes.

No se trata de generalizar; casi todos los establecimientos, la mayoría, son más cuidadosos y menos mugrientos, pero no puede evitarse que los potenciales clientes lo asocien y acaben haciéndolo extensivo. ¿No afecta a los más caros, con estrellas o de gran lujo? La pulcritud y el esmero no obedece a clasificaciones.

Comentarios