Opinión

Raúl Castro

A NADIE se le oculta que el presidente cubano es un personaje de relevancia internacional, pero Raúl Castro es también un dictador reconocido, dicen que más aperturista que su hermano Fidel, pero igual de totalitario en su forma de gobernar, sin respetar las voluntades de los cubanos. No puede ignorarse. Algunos, que dicen ser demócratas y de izquierdas, lo ensalzan por considerarlo de los suyos; otros, amantes de las libertades, lo detestan. Para gustos. Para eso existe la libertad de ideología y de comportamiento. Es más difícil de digerir, sin embargo, que una corporación democrática como la de Láncara le declare por unanimidad hijo adoptivo, como ya lo hizo con Fidel en 1992, en base a que Ángel Castro Argiz, el padre de ambos, nació en Armea, lugar del municipio, en el que todavía residen familiares. Pesan, eso es verdad, razones afectivas, pero al tratarse de un político revestido de una proyección despótica, que quebranta la forma de vivir y de sufrir de miles de personas, no parecen suficientes para justificar la decisión. ¿Qué dirían los que aplauden si Ferrol, por ejemplo, encomiase ahora de igual modo a Franco?

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