Opinión

Rebrote okupa

Sea o no rebrote (el acoso es endémico), no hay coronavirus que calme a los okupas, vacunados contra cualquier diligencia legal, pero sí que se percibe un asedio, agudizado quizá por la invasión de dos mansiones coruñesas, propiedad del banco, y desalojadas, al menos una, con la colaboración de la fuerza policial, menos solícita cuando se trata de socorrer al ciudadano del montón, que ha de valerse, si es que le vale, de la ayuda vecinal para espantar a los intrusos. Todo ello ante la inacción del Gobierno, más atareado en aumentar el cupo de direcciones generales para los amigos que en modificar la ley que permita defender la propiedad y reprobar la actuación de mafias, que se valen de la okupación para expandir el negocio. Que se sepa, el único amparo gubernamental se sustancia en no dejar que los ilegales se acomoden en el casoplón de Pablo Iglesias, blindado por un escuadrón de la Guardia Civil, pese al repudio del inquilino hacia el cuerpo. Los demás, hemos de estar atentos al estupor, de cuando uno va a comprar el pan y al regreso se encuentra a una pareja y sus cuatro retoños apostados antes el televisor, viendo ‘Cómo se hace’, y a la espera de la renta mínima. Al dueño, si quiere dormir bajo techo, no le queda otra que desempolvar la tienda de campaña.

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