Opinión

El reportero de Wenceslao

ANTES de asentarse en Madrid y abarcar un abanico intelectual y creativo tan amplio (escritor y periodista destacado, novelista, humorista ''serio'', como gustaba autodefinirse; cronista parlamentario y deportivo, guionista…), Wenceslao Fernández Flórez vivió hasta los 18 años en su A Coruña natal, no sin penalidades. Abandonada la carrera de medicina al fallecer su padre y escribir algunos versos y cuentos, le contrataron para la redacción del periódico local La Mañana, asignándosele tareas de reportero, que él mismo considera desastrosas.

En una entrevista publicada en La Nación de Buenos Aires, en 1952, rememora uno de sus fracasos, el día que le enviaron a informar del incendio en un aserradero: ''Tenía que averiguar el origen del fuego y preguntarle al dueño si el negocio estaba asegurado, pero lloraba como una Magdalena cuando me acerqué a él. No me animé a preguntarle nada…, para qué, después del copioso llanto. Solo llevé a la redacción una impresión lírica y sentimental del incendio, sin mayores datos ni noticas en mi crónica. En cambio puse en ella mucha emoción y lirismo''. Ello no impidió que poco después se trasladara a El Ferrol para dirigir durante cuatro años El Diario Ferrolano. Empezaba su despegue, bien conocido y reconocido.

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