Opinión

Cruz Roja

En un momento tan penoso, marcado por la pandemia y castigado por el hambre, la desolación y la precariedad en la que malviven millones de personas, no siempre nos acordamos de que miles y miles de necesitados consiguen subsistir gracias a la ayuda que reciben de organizaciones humanitarias, como es el caso de Cáritas o de Cruz Roja, no pocas veces vilipendiadas y despreciadas por impostores y petulantes, entre los que no faltan políticos, que pretenden acopiar méritos que no les pertenecen para seguir sumando en su insaciable ansia de medrar. Al celebrarse el pasado miércoles el Día Mundial de la Cruz Roja, se divulgaron datos que invitan a una reflexión seria sobre lo que significa este movimiento internacional en sus variadas áreas de actuación, gracias sobre todo al voluntariado, desde socorro, empleo, inclusión social, salud, educación o medio ambiente, un amplio abanico de actuaciones y prestaciones, sin recibir a cambio más que el agradecimiento de quienes se benefician, como es el caso de desempleados, mujeres en dificultades, refugiados, discapacitados, mayores, reclusos y demás colectivos vulnerables. Doce millones de beneficiarios, más de cuatro en España. Pero más que datos estadísticos, conviene valorar la entrega y la generosidad.

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