Opinión

Solo alboroto

Los tortuosos intríngulis de la Justicia, los intrincados recovecos procesales impiden, al profano, analizar objetivamente, sin desvariar, situaciones que para el populacho se alejan de lo que no parece lógico, o no coincidente con lo que determinan los jueces durante la instrucción de los sumarios o cuando se juzgan los hechos. Visto así, parecen innecesarias la baraúnda y el estruendo que despiertan algunas actuaciones policiales y el posterior recorrido procesal, que siendo necesarias en muchos casos para garantizar sobre todo la presunción de inocencia de los inculpados, no siempre se entiende el alboroto, que a la larga se diluye en la nada, con los consiguientes perjuicios para los que sufren en sus carnes el ingrato y lento peso de la investigación. Pasan años, y llegado el momento de la verdad, la imputación se diluye como un azucarillo, bien sea por la inconsistencia de los indicios o por haber preescrito, debido naturalmente a le lentitud judicial. Es cuando surgen los reproches por no haber afinado lo suficiente para evitar la escandalera. Viene sobre todo a cuento por el caso Carioca, cuyo cabecilla se acerca al archivo de una causa muy engorrosa, al considerar el fiscal que los cargos prescribieron, no sin antes haber cumplido el procesado, por ello, algunos años de prisión provisional. Y eso duele.

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