ARREMETIENDO CONTRA lo que considera 'timos democráticos', expresados en la propensión de algunos partidos políticos, sobre todo los de nuevo cuño, al despreciar la representación directa, otorgada en las urnas, para descargar su responsabilidad en las bases o en la militancia, Javier Marías pone a caldo a la alcaldesa de Madrid, y a Ahora Madrid.
Para la reforma de la Plaza de España se dio a elegir a los ciudadanos setenta proyectos, votando siete mil madrileños, el 0,3% de la totalidad, que no representa a casi nadie. Mostraron su preferencia por dos y hete aquí que posteriormente interviene un jurado para desautorizar el sondeo y declarar finalistas a los que quedaron en tercera y décima posición. Y se hizo lo mismo para peatonalizar la Gran Vía. Pero la crítica se sustancia en la irresponsabilidad de los políticos que se sirven de la candidez de los ciudadanos que ya les votaron en los comicios para escabullirse de su deber.
Si lo propuesto sale mal, los responsables son los que opinaron, no quienes lo idearon. Y si no les gusta, cambian sin sonrojarse la 'voluntad' del panoli. Se quedan tan panchos.
