Opinión

Treinta años

TREINTA AÑOS. A veces son un soplo; otras, una eternidad, como eterna es la persistencia de Ángel María Villar al frente de la Federación Española de Fútbol, desde 1988. Una obstinación que da para muchos tejemanejes, infinidad de entramados y un caudal de intereses acumulados que, de todas las maneras, hace entendible su renuencia a dejar la canonjía por las buenas. Nunca es fácil privarse de regalías, y por eso que no asume su destitución por parte del Tribunal Administrativo del Deporte, y amenaza con vender prolongada la derrota interpelando a la Justicia ordinaria. Y por ello sigue avivando, como falsilla de chantaje, la posibilidad, bulo o no, de que la Fifa deje fuera del Mundial de Rusia a España, en castigo por las intrusiones del Gobierno en su alboroto, como si la Fifa fuese paradigma de honestidad y de transparencia. Lo más socorrido siempre es culpar al Gobierno o a quien supervisa por cumplir con su obligación; lo hacen casi todos los acusados de meter la mano en la caja, convencidos de que su pecado se disuelve cargando el muerto a otro. Villar, sean o no ciert0s todos los cargos, tiene que irse motu proprio. 30 años lo avalan.

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