Siempre hubo, hay y habrá árbitros de fútbol caseros, beneficiando con sus decisiones al equipo local, bien sea para no agitar el graderío, por comodidad o respondiendo a determinados intereses, casi siempre inconfesables. Pero también los hay anticaseros, amantes de la bronca que se genera con sus veredictos. Un estudio de la Universidad de Vigo y otro de la Europea de Madrid, concluyen que en los partidos muy ajustados, los colegiados tienden a añadir más segundos si el equipo de mayor nivel va perdiendo y menos tiempo si va por delante. O sea, se posicionan a favor del poderoso. Parece que desde la implantación del VAR en partidos de Primera, la tendencia es contraria a los triunfos caseros, sin duda porque la actuación arbitral y la conducta de los jugadores está ahora más vigilada. En temporadas anteriores al videoarbitraje, el índice de victorias locales era superior al que se registra en la actual. Así y todo, el balance aún es del 41,7% de victorias de los de casa, un 30% de empates y un 28,3% de derrotas. Eso sí, la posibilidad de corregir al árbitro no goza del aprecio de una importante masa de futboleros. Siguen prefiriendo que el director del partido conserve la opción de equivocarse.
