Opinión

Verborrea vacía

LA REAL Academia de la Lengua generaliza al definir la desolación ("afligirse, angustiarse con extremo" o también, "causar a alguien una aflicción extrema"), pero son conceptos cuyo contenido ha de matizarse para afinar el significado. Por ejemplo, es desolador que 1.873 núcleos Galicia estén totalmente deshabitados, un 74 por ciento más que hace veinte años, de las treinta mil entidades de población registradas en la comunidad, la mitad de las existentes en España. Pero mucho más lo es, superando cualquier estimación estadística, el que en otras 1.090 aldeas viva únicamente una persona, el doble de localidades que en 2001, según datos del Instituto Galego de Estatística. Es fácil adivinar lo que deben de sentir, y de sufrir, ese millar largo de lugareños en pueblos que hasta no hace tanto rezumaban vida y actividad y que ahora se ha detenido, en espera de su defunción; al advertir que se les ignora y que todo lo que se alardea sobre la España vaciada no pasa de ser una farsa, una pantomima o una ficción que utilizan los políticos apara arañar votos, que ni tan siquiera son los suyos, pero indiferentes a las miserias de esa gente, que necesita de todo menos de un palabrerío vacío, de una verborrea inconsistente. Al toro hay que agarrarlo por los cuernos.

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