Opinión

Y como si nada

NO ES ningún reproche. Se trata de constatar la realidad, al menos en apariencia, lo que no debe ser perjudicial para no perder el ritmo, el compás de la vida, contrarrestando calamidades varias, las que nos cercan por todos los flancos. La disparada carestía de la cesta de la compra no impide, a ojo de observador, la afluencia de siempre en tiendas y supermercados, quizá por la imperiosa necesidad de que hay que comer a diario.

Pero las restricciones tampoco son notorias cuando se trata de la compra de artículos, mercancía o actividades que no son de primera necesidad, de las que muy bien podría prescindirse. Por ejemplo, la DGT prevé que durante la Semana Santa van a producirse 14,6 millones de desplazamientos de largo recorrido (sin contar los de proximidad), solo un 2,10% menos de los que se produjeron en la de 2019, sin los inconvenientes de ahora.

En Galicia, sin ir más lejos, las previsiones son de millón y medio de vehículos moviéndose por nuestras carreteras, y todo ello cuando la Pascua arranca con los carburantes más caros de la historia, coyuntura que en buena lógica debería de tener la incidencia que al parecer no tiene, unido ello al miedo y a la precaución (razonable) que existe por recelos sobre la pandemia. Pero como si nada. Somos así de resueltos.

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