Opinión

Zapatero

Pocos saben o intuyen por qué Rodríguez Zapatero se empeña en avanzar en sentido opuesto de quienes desconfían o no reconocen el discutido triunfo de Maduro en Venezuela. Vistos los referentes que arrastraron al país a una situación totalitaria, cuesta entender cómo persiste el apoyo (minoritario), castigado por una altísima abstención en las urnas, que el expresidente respalda como procedimiento democrático. Según el Gobierno de Sánchez, en una posición que raya la ambigüedad, actúa por su cuenta, pero no es eso. Merece una explicación razonada. Si Zapatero fuese un ciudadano de a pie, podría ser, pero fue presidente del Gobierno de España y eso pesa a la hora de valorar su compromiso, pues compromete al país ante la comunidad internacional que no reconoce ni comulga con el líder bolivariano. Habrá sin duda varias explicaciones ocultas, incluso inconfesables (acabará sabiéndose), pero no se esconde su ansia de protagonismo, en un momento en que fue perdiendo proyección e influencia, entre otras razones porque su pasado anima al olvido, salvo para sus adictos. Por eso, la mejor arma para que se hable de él, aunque no sea bien, es su alianza con situaciones que encienden el incomodo de los que ven inexplicables sus planteamientos.

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