Opinión

Mirando por la ventana

A VECES te pones a escribir, porque sí: porque toca o porque no se te ocurre otra cosa mejor que hacer o porque quieres averiguar qué es lo que piensas sobre esto y aquello, aunque esto y aquello no te importen demasiado. Te pones a escribir y al cabo de un rato miras por la ventana, es algo inevitable, sobre todo si escribes al lado de una ventana. Se trata de una de esas ventanas que imantan las miradas y que consiguen hacer que desvíes la vista hacia ellas, devoradoras de inspiración e instigadoras de conflictos internos, como el de seguir escribiendo o dejar de hacerlo para poner de pie y mirar por la ventana con total entrega y fruición, que es como se debe mirar por la ventana, como se ha mirado siempre por la ventana, al menos desde el punto de vista de las personas que consiguen hacer de eso una manía, como es mi caso.

Lo mejor que se puede hacer en estos casos es resistir la tentación, pero no del todo. Evitar levantarte, y por tanto detener la escritura, con el peligro de que esta acabe desangrándose, herida de muerte, y no puedas reanimarla ni con un respirador artificial

Lo mejor que se puede hacer en estos casos es resistir la tentación, pero no del todo. Evitar levantarte, y por tanto detener la escritura, con el peligro de que esta acabe desangrándose, herida de muerte, y no puedas reanimarla ni con un respirador artificial. La solución idónea es ponerte a escribir sobre mirar por la ventana, un pasatiempo que se puede, y debe, convertir en pasión. Un encargo vital que ha recibido el ser humano desde los tiempos en que las ventanas se convirtieron en una solución habitacional para dotar de oxígeno y luz a las viviendas. Seguramente es mejor idea dedicarse a hablar de la ventana en sí, de la cosa denominada ventana.

Las primeras ventanas eran solamente huecos en los muros o fachadas de las casas, sin cristales, que a veces se tapaban con madera o haces de paja. Fueron los romanos, los responsables de innumerables avances que mejoraron las condiciones de vida del ser humano (algunos lo siguen haciendo veintipico siglos después), quienes introdujeron el uso de vidrieras. Inicialmente eran pequeños trozos de vidrio sujetos con tiras de plomo, que se harían populares en la construcción de iglesias.

Todos hemos estado alguna vez en algún templo de mayor o menor importancia con impresionantes vidrieras de colores que captaban nuestra atención porque para eso estaban allí, para adornar y distraer a los feligreses que presentaban resistencia a la retórica narcótica de los sacerdotes.

En el XVII se empiezan a sujetar los vidrio con bastidores de madera. Los sistemas de producción de vidrio evolucionan y cada vez este es de mayor calidad y más plano.Ya en el siglo XX, se logran instalar vidrios de grandes dimensiones y las propias ventanas sirven de bastidor a cristales de tamaño y peso considerables.

Pero hemos estado hablando del asunto este de las ventanas (para evitar ceder al impulso de levantarnos y mirar por ellas, dejando malherida la escritura) desde el punto de vista occidental. Sin embargo, no es difícil pensar en viejas películas japonesas y recordar aquellas ventanas de papel, mucho más económicas y de uso ampliamente extendido por otros lugares como la antigua China o Corea. La ventaja de las ventanas de papel es que no las podían romper los zagales a pedradas. Bastaba con unos buenos chorros de agua. En general, el papel fue un elemento de amplio aprovechamiento en las culturas orientales para todo tipo de actividades.

Inglaterra generaliza el uso del vidrio para las ventanas en el XVII mientras que en EEUU, un siglo después, se utilizó la mica, un excepcional aislante térmico. Cuando terminaba el XVII un tal William III de Inglaterra se sacó de la manga un singular impuesto para financiar sus batallitas. Las casas inglesas de más de seis ventanas deberían pasar por taquilla. Evidentemente, se empezaron a tapiar ventanas. El impuesto fue derogado siglo y pico después y ya nunca más se le ocurrió a nadie hacer pagar a la gente por disfrutar de la luz y del aire en su propia casa.

Podríamos seguir hablando del tema, y tal vez deberíamos, pero nos conformaremos con explicar el famoso dicho "tirar la casa por la ventana". Al parecer, hace un par de siglos existía la costumbre de tirar literalmente todos los muebles y enseres de la casa por una ventana cuando alguien ganaba la Lotería Nacional, en señal de la nueva vida del afortunado.

Comentarios