Blog | Balas de fogueo

Neuroma de Morton

SI UN día el médico te dice que tienes neuroma de Morton es normal que te eches a temblar. A saber qué es un neuroma y quien rayos era el tal Morton. Hay un amplio márgen para dejarse llevar por el pánico simplemente con echar a volar la imaginación, que normalmente es algo que hace ella sola sin mediar voluntad de parte. Tenemos una recalcitrante manía de ponerle nombres a los padecimientos, en lugar de conformarnos con un "me duele aquí". Tengo mis dudas sobre si la adjudicación de una etiqueta resta entidad a lo etiquetado, acota sus poderes o encorseta su capacidad de horadar un agujero en tus equilibrio mental.

Neuroma de Morton suena a voces de ultratumba diciendo tu nombre mientras suenan de fondo los compases de un disco de doom metal (suponiendo que el doom metal tenga compases, que lo dudo). Y por supuesto, se desaconseja totalmente el comportamiento habitual en estos casos: llegar a casa y encender el ordenador para que google confirme todas sus funestas expectativas. Hay quien googlea inmediatamente desde el móvil, pero para eso hay que estar muy bien de la vista. Tampoco es cuestión de apresurarse cuando lo que está en juego es un buen susto.

Neuroma de Morton suena a muerte, la fonética no engaña. Está bien ser positivo, buscar el ángulo optimista de las cosas (que suele estar a quince pisos de altura y luego te llevas una trompazo como una catedral), etc, etc, pero tampoco está mal ir llorado de casa. Ponerse en lo peor puede acabar proporcionando una inyección de felicidad y lo peor que puede ocurrir ya te lo has imaginado, con lo cual no será tan terrible. No sé, es por ser optimista dentro del pesimismo. Lo complicado del caso presente es que al común de los mortales neuroma de Morton no le dice nada. Y al no común tampoco, vaya.

Si no has estudiado medicina no te enteras, incluso si has sido un estudiante regulero, no sé yo… Es una desgracia porque cuando la gente te pregunte por qué llevas esa cara tan larga y tú contengas la ganas de contestar que has nacido con ella y respondas, musitando, neuroma de Morton, se quedarán como estaban.

Puede que te dejes llevar por la desesperación "para lo que te queda en el convento y eso" y continúes diciendo que le llaman así porque es el neuroma de los muertos, o sea, de los que van a morir, aclaras con un suspiro final. Medio minuto suele tardar en huir la gente en casos de esos: es dificílisimo llevar las desgracias personales, cuanto más las ajenas. Nadie sabe qué cara poner, qué decir, solo quiere estar en otra parte.

Con el paso del tiempo tus amigos y conocidos ya ni preguntarán por tu dolencia, habrás pasado a ser Fulano, el del neuroma de Morton (algunos seguro dirán "el del neuroma de los muertos") y te tratarán como un muerto en vida, con esa breve y compungida deferencia acompañada de una palmadita o dos en la chepa. Tú, mientras, seguirás suministrando a tu organismo las medicinas o placebos que te han prescrito, dotando a tu vida de una nueva rutina mientras buscas a diario en el espejo señales de una mejoría o un empeoramiento pero solo hallará nuevos desconchados en la superficie del mismo.

Comienzas a ensayar, a ratos, diversos tipos de suspiros y de gestos faciales que denoten desdicha pero a la vez resignación, para exponer convincentemente tu desgracia a las pocas personas que quedan por conocerla. Desarrollas un personaje heroico y estoico, pues resulta más redondo con rima, y te lo acabas creyendo sin asomo de duda. Eres el hombre del neuroma de Morton que se enfrenta a su destino con los ojos bien abiertos, salvo cuando te da el sueño. Crees ver en ti un asomo de ser especial, destinado a ser ejemplo de sus semejantes, pero acabas pensado que es debido a la presbicia.

Y, cierto día, mientras mentalmente vuelves a acariciar la posibilidad de que tu forma de afrontar el infortunio esté creando escuela o, al menos, inspirando a tus semejantes, te saca de tus divagaciones la voz del médico que te está diciendo que nada, que hay que hacerse unas plantillas y si no, probar con infiltraciones.

Comentarios