Opinión

Qué raro es el fútbol

En el fútbol hay una cosa muy curiosa a la que llaman derbis. Básicamente son partidos entre el equipo de un pueblo y el equipo del pueblo de al lado, aunque también pueden ser entre dos equipos de la misma localidad. Lo impartante es que se odien a muerte

EL FÚTBOL es un deporte tan absurdo que solo podían haberlo inventado los ingleses. Un día, en un bar, reparas en el partido que está viendo. En la pantalla, veintidós tipos empujando un balón ¡con los pies! Un profesor de gimnasia danés inventó en 1898 el balonmano, un juego con balón que se jugaba con la mano, de ahí el nombre. Tiene todo el sentido del mundo, la especie humana es más diestra manejando los miembros superiores que los inferiores. Hasta se dice, cuando se hace algo mal, que está hecho "con los pies". El baloncesto, que también se juega con las manos, lo inventó otro profesor de educación física, pero en este caso era canadiense y el invento data de 1891. Sin embargo el fútbol arranca de 1853. O sea, que cincuenta años antes de que la gente se pusiese a jugar al balón con las manos, los ingleses inventaron un juego para hacerlo con los pies. ¿Quién se va a extrañar de que conduzcan por la izquierda, no hayan cambiado su moneda oficial o pongan moqueta en el cuarto de baño?

Pues bien, los ingleses dieron a luz a un deporte que, al principio "se jugaba en cualquier sitio, con cualquier cantidad de personas, una especie de fútbol brutal donde se apreciaba la dureza y violencia de esta práctica deportiva". O sea, una barahúnda de cuerpos dándose patadas y todo tipo de golpes con la excusa de hacer deporte.

En el fútbol hay una cosa muy curiosa a la que llaman derbis. Básicamente son partidos entre el equipo de un pueblo y el equipo del pueblo de al lado, aunque también pueden ser entre dos equipos de la misma localidad. Lo importante es que se odien a muerte. En realidad la palabra derby significa eso en inglés: odio a muerte. O debería significarlo, visto lo visto. En el fútbol es odio es muy importante. La inmensa mayoría de los forofos o hinchas de un equipo se definen más por el odio a un enemigo acérrimo que por la defensa a ultranza de sus colores. Es muy importante odiar bien para ser un buen seguidor. Las alegrías por una derrota estrepitosa del eterno rival suelen provocar un placer superior a los triunfos del equipo propio. De hecho, debería llamarse odiadores en lugar de seguidores a los hinchas de los clubes de fútbol. Analicemos un equipo de fútbol: el portero tardó en inventarse, al principio nadie podía atajar el balón con las manos, todo tenía que ser absurdo y hacerse con los pies. Luego se creó la figura del portero para tener a alguien a quien echarle la culpa de los goles encajados. Se buscaron tipos taciturnos y poco sociables que pudiesen permanecer largos minutos sin hacer nada, en el lugar más remoto del terreno de juego. Se les puso una camiseta diferente para distinguirlos y de paso estigmatizarlos. Suelen tener fama de estar un poco chavetas, pero no es de extrañar, pobres.

Después están los defensas, cuyo cometido es atacar a los jugadores contrarios con la excusa de evitar que el balón llegue a las inmediaciones de la portería propia. Suelen seguir una antiquísima regla futbolística que reza: "O pasa el contrario o pasa el balón" (pero los dos juntos, jamás). Suelen sufrir expulsiones, golpes, heridas, fracturas y, por supuesto, provocarlas. En ocasiones se suman al ataque e incluso, de chiripa, alguno logra un gol, cuestión que detectan enseguida al ver que los abrazan sus compañeros.

Los mediocampistas merodean por el centro del campo. Deberían llamarles así: merodeadores. Pocas veces se internan en el área contraria o en la propia, pocas veces esprintan o rematan de cabeza. A veces tiran a portería, de puro aburrimiento y desde larga distancia, pero su misión es deambular por la zona central al trote cochinero, entorpeciendo el juego del contrario y dando pasecitos cortos como si fuese lo más divertido del mundo. A eso suelen llamarlo tiki-taka porque hay un vicio incontrolable por ponerle nombre a todo.

Y, por fin, los delanteros. Son los divos de este deporte porque producen la mayoría de los goles. Esa, y esquivar los golpes de los defensas, es su misión. Suelen ser aguerridos y brutos o escurridizos y habilidosos.

Y aún hay más rarezas. Solo ellas explican que haya tanta gente dispuesta a contemplar como gente hecha y derecha impulsa un balón ¡con los pies! para intentar meterlo entre tres palos. Y a veces no lo logran ni en hora y media.

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