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Vértigo

DESDE HACE un tiempo tengo la sensación de que todo lo que nos rodea es puro azar. Y esta no es una afirmación fácil para mí, pues siempre creí lo contrario, y que todo estaba predestinado desde mucho antes incluso de nacer. Por eso me fastidia comprobar que hagamos lo que hagamos nada depende de nuestro esfuerzo y nuestro propio devenir será el que nos toque en cada mano, como si nos encontrásemos en una partida de póker en la que, esta que les habla, no tiene ni idea de las reglas, así que imagínense el posible resultado.

Observo la vida de los que me rodean y aunque procuro no analizarlas, constato que tampoco ellos entienden que por mucho que traten de encaminar sus proyectos hacia un punto concreto, antes de lo que seguro esperarían serán testigos directos de una implacable toma de realidad y cambio de su ruta prefijada, pues el azar los envolverá en un estado inesperado.

Estos días he sufrido las incomodidades propias de las personas que padecen vértigo

Estos días he sufrido las incomodidades propias de las personas que padecen vértigo. Por fortuna, nunca antes había tenido esa sensación de que todo tu mundo se hunde o desmorona a excepción de alguna que otra borrachera. Cuando por un simple movimiento de cabeza tu mundo se tambalea, ya puedes encomendarte a San Benitiño de Lérez o, en mi caso, a la sala de urgencias del hospital Montecelo, que entiendes que nada depende de uno…bueno, o todo, que ser gallego es lo que tiene, que no sabemos si vamos o venimos, o si decantarnos por el azar de Aristóteles o dejarnos llevar por sus detractores Leucipo o Simplicio, que ya me extraña que con estos nombres no hayan pasado a la historia, y que nos confirman, en cambio, que "nada se produce en vano sino que todo se da por razón y necesidad".

Pues eso, que tengo además de vértigos ¡un lío!

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