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Contradicciones feministas

A VECES NO entiendo el feminismo. Este es el problema de los grupos con los que te identificas, de los colectivos cuya pertenencia te define, que siempre pasa algo que te da ganas de quemar el carné (si tal cosa existiera) y salir corriendo braceando para poner a salvo cierta independencia de pensamiento.

Resulta que en varios colectivos feministas de Estados Unidos se considera un avance la recomendación de que se apruebe la Viagra femenina. Madre de dios. No sé ni por donde empezar.

Quizás por este nombre que le hemos dado todos: el de Viagra. El flibanserin, que es el nombre del medicamento en cuestión, tiene como objetivo provocar deseo sexual en mujeres que lo han perdido. La Viagra actúa a nivel mecánico: es un fármaco que produce una erección en hombres que mantienen una líbido intacta pero padecen disfuncion eréctil. Esta nueva pastilla actúa en los neurotransmisores para que mujeres sin líbido la recuperen, para que regrese su deseo. Su forma de actuar no tiene nada que ver pero se equiparan porque comparten un objetivo común: hacer posible una relación sexual.

Cómo se puede creer que defender la aprobación de un medicamento mediocre es luchar a favor de la mujer

Esta semana un grupo de expertos recomendó a la FDA (la agencia de medicamentos estadounidense, la puerta grande que debe atravesar cualquier fármaco) que aprobase su uso. Era la tercera vez que se analizaban los estudios clínicos del flibaserin y, hasta ahora, siempre se había rechazado porque, hay que admitirlo, no es gran cosa.

Produce como efectos secundarios frecuentes bajada de tensión arterial, desmayos (de los de desplomarse en el suelo) y mareos. De hecho, uno de los estudios que fue necesario presentar para lograr el visto bueno del equipo de expertos a la tercera fue el que demostró que se podía conducir sin peligro de desvanecerse al volante. Hasta entonces parecía que las pacientes debían de permanecer reposando en un sillón de orejas todo el día, dejando venir las oleadas de deseo sin mover ni un pelo no fueran a sufrir dolorosas contusiones.

Digo oleadas pero debería decir imperceptibles subidas de marea. Porque esa es otra, pacientes y especialistas admiten sin excepción que los resultados en cuanto al incremento del deseo son modestos. Para algunas, de hecho, tan reducidos que son imperceptibles.

Tiene además interacciones negativas con algunos fármacos (el estudio que analizó su consumo junto con la administración de uno contra un tipo de hongo se tuvo que suspender ante los abrumadores resultados negativos) y no se puede consumir con anticonceptivos orales ni con alcohol. Lo uno y lo otro tiene su importancia, desde luego. También lo del alcohol porque si tienes que tomarte una pastilla diaria (este fármaco se diferencia de la Viagra también en eso: no solo se ingiere cuando tienes intención de mantener relaciones sexuales sino regularmente) es un fastidio que no puedas beber una copa de vino ni en una celebración.

No me conformo con una píldora regularcilla, que funciona a veces y que da un montón de problemasPese a toda la lista de inconvenientes, ha habido una defensa (por momentos, ciega) del flibanserin por parte de especialistas de la salud y de grupos feministas de distinto calado con este peregrino argumento: la FDA demuestra sexismo si es tan reticente a aprobar un fármaco que propicia el deseo femenino cuando los hombres ya tienen aprobado un amplio arsenal farmacológico para sus problemas sexuales. Viene a decirles que para los hombres sí y para las mujeres no.

No me conformo con una píldora regularcilla, que funciona a veces y que da un montón de problemas

Yo no entiendo cuándo pedir laxitud en la aprobación de un medicamento (que como todos, y parece que especialmente, no es inocuo) se puede considerar luchar a favor de la mujer. Yo quiero una solución al problema de esas mujeres, la quiero cuanto antes, pero no antes de que sea segura y efectiva. No me conformo con una píldora regularcilla, que funciona a veces y que da un montón de problemas. De la que no se sabe, por ejemplo, si es eficaz en mujeres menopáusicas porque solo se estudió en premenopáusicas. Y, además, solo en las que tenían pareja estable porque se da por hecho (los especialistas seleccionadores de los grupos de estudio lo creen así) que resulta posible que se recupere el deseo ausente si se conoce a una pareja nueva. Para qué una pastilla.

Quizás de los argumentos más retorcidos que he visto que se usaban para defender que esta pastilla llegue al mercado es que sí, que es bastante mala, pero al menos es un paso. Si se aprueba, si pasa el concienzudo análisis de las autoridades sanitarias, otras compañías farmacéuticas se animarán a seguir investigando. Si solo se le ponen trabas -como se hizo con anterioridad con otros fármacos presentados como cremas o parches, que nunca llegaron a ver la luz- tirarán la toalla y se dedicarán a otras cosas con más posibilidades. Esta afirmación es de esas que lleva en su interior la potente semilla de una contradicción. La compañía que produce el flibanserin calcula que un 43% de las mujeres sufre del llamado deseo hipoactivo (es decir, pocas ganas de mantener relaciones sexuales aunque no tengan ningún problema físico). Solo en Estados Unidos serían 68 millones de potenciales consumidores. No entiendo a qué empresa farmacéutica le va a resultar disuasoria la dificultad de que la FDA dé el visto bueno a un medicamento si tiene semejante cantidad de posibles clientes.

En fin, comprendo el interés de las mujeres afectadas en encontrar una solución pero parece que no es esta y defender que es sexista no aprobar un medicamento mediocre es como asumir que Mariló Montero entiende qué es la medicina basada en la evidencia.

*Artículo publicado el sábado 13 de junio de 2015 en las ediciones impresas de El Progreso y Diario de Pontevedra

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