Blog | El portalón

La vergüenza

Los algoritmos nos conocen y son capaces de sacarnos los colores

DICEN los expertos del Spotify que no hay que pinchar en esas listas de ‘tus recuerdos de verano’ o ‘las canciones de tu vida’, que jamás están a la altura del título y que incluyen temas terribles. De alguna forma, te acaba avergonzando lo que el algoritmo piensa de ti. No se puede tener el ego tan frágil como para indignarse porque un programa informático te endose una canción de Azúcar Moreno.

maruxaNo se puede, pero se hace porque somos unos débiles, unos flojos, no juncos que se doblan pero siempre siguen en pie.

Me entero de que hay nuevas generaciones a las que Spotify también pinchará Azúcar Moreno cuando lleguen a esa tierra lejana que es la mediana edad. Javi, el hijo de mi primo Luis, se ha graduado de la guardería con una de sus canciones. Luis, al contrario que otros padres que conozco, está completamente a favor de que se celebren cuantos actos de graduación sean posibles. Piensa que así te aseguras de felicitar al chaval por cada paso académico por si acaso deja el cole a los 14 para dedicarse, quién sabe, al marketing por Youtube. También le parece adecuada la elección de Azúcar Moreno porque la canción "tiene mensaje", dice. Le pregunto cuál y contesta: "Apaga el televisor". Asiento, qué voy a hacer.

Yo acepto que Spotify me avergüence a menudo y lo que acaba sucediendo es que paso un miedo terrible por lo mucho que me conoce el puñetero algoritmo.

Yo acepto que Spotify me avergüence a menudo y lo que acaba sucediendo es que paso un miedo terrible por lo mucho que me conoce el puñetero algoritmo. De la misma forma que tus amigos asumen cosas de ti que no son ciertas, se convencen de que sí, las propagan impunemente por el mundo durante años y cuando se lo niegas intentan incluso convencerte de que no tienes razón, de que te habrás olvidado de lo mucho que te gustaba tal comida o de cómo te hiciste la cicatriz aquella, Spotify también se equivoca puntualmente. Pero muchas veces acierta. Y cuánto.

En todas sus recopilaciones -de la vida, del verano, de la cápsula del tiempo, de lo que sea- me incluye ‘Karma Chameleon’ de Culture Club. Los primeros acordes me aspiran de esta realidad como el tornado que se llevó a Dorothy a Oz y me plantan en mis ocho o nueve años y en los ocho o nueve años de mi amiga Laura, en su casa, frente a su radiocassette de doble pletina rebobinando cada tres segundos para intentar sacar la letra. 

Pienso que más o menos escribimos la canción entera y la cantábamos después confiadas en una perfecta sincronización entre nosotras y Boy George

Atención al objetivo sobrehumano, emprendido sin miedo con la convicción de que el resultado merecía la pena: sacar la letra de una canción en inglés sin saber más inglés que los colores, los saludos y un par de frutas. Me parece que casi veo nuestra letra infantil, redonda, escribiendo en un papel cuadriculado de libreta escolar, con ese mordisqueo en el borde que quedaba al arrancarla de las anillas

Nos encantaba ese disco —perdón, cinta— y echábamos la tarde escuchándolo 200 veces, torturando a cuanto ser humano se encontrase próximo con las repeticiones y los debates sobre qué decía en cada punto. Pienso que más o menos escribimos la canción entera y la cantábamos después confiadas en una perfecta sincronización entre nosotras y Boy George, sonriendo por lo bien que nos salía. El optimismo.

Hace poco se me cruzó la canción y le mandé en ese instante un mensaje a Laura. "¿Te acuerdas?" Se acordaba. Las dos suspiramos sin vernos y anhelamos el acceso a aquella hoja con un idioma inventado, una lengua que ya no existe ahora que internet te informa de la letra al dedillo y de las veces que esa canción se ha utilizado en campañas políticas, de cómo hasta Cameron tiró de ella para decirle a los votantes que él sí era un camaleón, que sería lo que los votantes querrían que fuera.

En fin, que, a cambio de volver de vez en cuando a aquellos tiempos ignorantes y crédulos, dejo a Spotify que me avergüence cuanto quiera.
 

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