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Dónde hallar la filosofía

Título: THE NIGHT OF

Creador: Steven Zaillian

Reparto: John Tuturro, Riz Ahmed, Bill Camp

Cadena: HBO

Calificación: 4/5

SE ESTÁ PRODUCIENDO en España una circunstancia extraña, desconcertante y, si me apuran, con unos ligeros toques de terror. Inquieta, les digo. Algo que pone patas arriba la tradición y las reglas del devenir histórico. Si todo vuelve, como afirmaba Nietzsche, si vivimos, pensamos e, incluso imaginamos, en bucle, generación tras generación, esto de ahora, señoras y señores, es un hito. Por primera vez está ocurriendo algo que jamás había sucedido. Lo nunca visto.

A los jóvenes no les gusta la filosofía. Es más, se preguntan para qué sirve eso y se contestan, sin temor a equivocarse, que para nada en absoluto. Esto último lo dicen con cara de pocos amigos y, entiéndase, es normal, ya que para contestar tienen que levantar la vista del móvil y perderse un pokémon —una búsqueda que, con seguridad, tiene mucho más sentido que cualquier teoría filosófica—. La juventud ha de ser rebelde. Es la edad (o era) en la que saltan todos los sueños y se contradicen con lo establecido. Pero no aquí. Un país en el que los presuntos subversivos y su gobierno están en completa sintonía. La filosofía no sirve para nada. Los primeros van a dejar de estudiarla gracias a la decisión de los que componen el segundo. No queda otra cosa que felicitar a los elegidos. Privilegiados ellos que no se cuestionan la existencia.

Podemos ver The Night Of, la nueva serie de HBO, como una historia entretenida, al igual que tantas otras, tantas veces, o podemos colocarnos en otra posición y ver esta serie como una oportunidad estupenda para un cuestionamiento ético general. La historia plantea la problemática moral tanto en el individuo como en el sistema, y muestra el entramado que nos conecta y nos confunde por igual. Nos cuenta cómo un error, un descuido, un hartazgo, un aburrimiento, un dejarse ir, porque sí, porque ya toca, porque no es justo, porque al que le toca es al otro, puede desatar uno de los nudos y dejarnos a la deriva, puede colapsar toda la estructura. Porque el funcionamiento interno del imperativo kantiano —lo de la máxima y la ley universal— posee un comportamiento tan errático como las apetencias, que ahora vienen y después se van. Así. El deber ser deviene en un ya veremos, según las ganas.

En medio de ese desequilibrio existencial, que responde a satisfacciones inmediatas alejadas de cualquier pensamiento colectivo y solidario, se abren paso seres que se convierten en criaturas de estudio, especímenes de laboratorio perfectos para adquirir protagonismo en una serie de televisión. Nuestra rareza en The Night Of es John Turturro, en el inmenso papel del abogado Jack Stone, un compendio de, podríamos decir, toda la filosofía de segundo de bachillerato. Por su personaje van pasando Platón, Aristóteles, Descartes, los empiristas y, sobre todo, Kant, que —llámenme cursi— está presente hasta en su mirada. 

Vistas así las cosas, la serie adquiere una dimensión interesantísima, no solamente porque resulta un placer seguir los pasos de ese letrado en conflicto con el mundo y con el ser —trasunto de la filosofía universal— sino por la compleja e inteligente trama que se va desplegando a lo largo de los capítulos. Una noche, un universitario, un error, (descuido, hartazgo, aburrimiento, dejarse ir), una muerte, una más que probable condena a cadena perpetua. Un intento, por parte de un abogado, de salvarlo, y, así, de paso, salvarse él, salvarnos todos. Se ponen en juego conceptos como libertad, dignidad y felicidad humanas.

Que la hora del retorno nos pille siendo pokémons o siendo filósofos. A ver quién nos encuentra antes.

La TV, sobre todo, formar

los lunes a las nueve y media de la noche. Y como no podía ser de otra manera, en la cadena dKiss. Un programa titulado Quiero vivir en pelotas. La sinopsis dice así: "¿Te imaginas ser un agente inmobiliario especialista en buscar la mejor casa para quienes practican el nudismo?". Yo, con el corazón en la mano se lo digo, me lo estoy imaginando tal que ahora y me parece que tiene que ser complejísimo. Años ha que no veo un ejemplo tan crudo de lucha contra los prejuicios.

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