Opinión

Zona hostil

SUCEDIÓ HACE cinco años en Afganistán: un helicóptero medicalizado que el ejército español usaba para salvar vidas, generalmente de niños, se accidentó cuando iba a auxiliar a dos heridos. En estos casos el protocolo es claro: se vuelan los restos y se abandona la zona. Pero aquel helicóptero maltrecho en mitad del desierto era el único aparato de la base que estaba preparado para evacuar. No recuperarlo significaba no ayudar a mucha gente durante demasiado tiempo. Y se tomó una decisión heroica: llevarse el aparato. La operación sólo podía hacerse con luz de día, y un puñado de militares y legionarios españoles pasaron una noche repeliendo el ataque de los talibanes para aguantar hasta que llegase el momento del rescate. Esa historia fabulosa es la que relata 'Zona hosti', que se estrenó este viernes. He visto la película dos veces con el mismo entusiasmo y la misma emoción, y las dos veces he pensado que en este país no reconocemos suficientemente la labor del ejército. Nuestras tropas han sido víctimas de campañas de desprestigio o, en el mejor de los casos, de feroz ninguneo. Los hombres y mujeres del ejército español han protagonizado centenares de historias admirables como la que cuenta esta película, historias ignoradas por los medios y, lo que es peor, por los gobiernos sucesivos: mejor no hablar mucho de los militares, no vaya a ser que alguien se moleste. Por eso se les ignora cuando no se les humilla o se les maltrata. Como muchas veces, la oportunidad llega de la mano de la ficción, y en este caso de unos cineastas desacomplejados que sólo quieren contar buenas historias. Quizá se haya inaugurado una nueva generación de creadores capaces de relatar sin complejos la parte más brillante de nuestro pasado. De momento, vayan a ver ustedes 'Zona hostil' si quieren ver buen cine y salir con el ánimo en alto: la historia real que allí se cuenta, la historia de generosidad, valor y entrega, salió también de sus impuestos.

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