Opinión

Aplausos para Jorge

LA CITA era en el palacio de Fernando el Santo, uno de esos lugares de belleza secreta que tiene Madrid y que abre sus puertas muy de cuando en cuando. Bulgari y Jorge Acuña, se unían para presentar sus colecciones: joyas fastuosas los italianos, alta moda el lucense. El ambiente era de una elegancia atemporal que invitaba a recordar los años cincuenta en la Rue Cambon: nos recibieron con champán y decenas de velas perfumadas, y un delirio de flores frescas enredadas en las rejas de la escalera. Entre los invitados, además de actrices y socialités, las responsables de las principales revistas de moda: esa es la presencia que hay que desear y temer, esa es la prueba de que la ruleta está girando. La colección de Jorge había asomado la patita dos semanas antes, cuando Paz Vega se presentó en los Goya como una increíble falda de plumas que había salido de su taller. Causó sensación y la expectación creció. El desfile empezó puntual y transcurrió por tres salones del palacio, a la manera de las puestas de largo de la alta costura francesa: no hay primera fila porque todas lo son. Al ritmo de la música fueron deslizándose las creaciones de Acuña, rematada por las joyas de Bulgari. El diseñador arriesgó como nunca mezclando tejidos y estampados y apostando por piezas tan dispares como la midi de rayas marineras o la túnica rematada en plumón de cisne. Soy amiga de Jorge y si hablo de él no puedo olvidar el cariño que le tengo, pero cuando escuchas un aplauso unánime, cuando la directora de una publicación especializada te dice que lo visto está a la altura de lo que se hace en la semana de la moda de París, cuando al final del desfile se forma una cola para dar la enhorabuena al diseñador, sabes que la cosa ha ido mejor que bien y que las razones para la satisfacción van más allá del afecto. Jorge es muy joven, pero ya vuela por encima de otros. No le deseo suerte, porque no la necesita: lo suyo es una combinación infalible de trabajo y talento.

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