Opinión

Lo del pulpo

DURANTE UNAS jornadas, y por razones que ya se imaginarán, anduve bastante al margen de los asuntos de Lugo. Cuando quise ponerme al día, me encontré con la mayúscula sorpresa del 'pulpogate': desde este año y hasta 2019, una empresa de Madrid se encargará de servir casi todo el pulpo que nos comamos en san Froilán. Vamos por partes, como decía Jack el Destripador: nada más lejos de mi ánimo que sospechar que los pulpeiros madrileños no van a estar a la altura de lo esperado, pero teniendo en cuenta que los interfectos no tienen mucha experiencia en asuntos de casetas sanfroilaneras, es normal temerse que la cosa pueda patinar. El funcionamiento de las casetas es un arte que cuesta llegar a dominar. Los restauradores lucenses lo hacían, y durante un mes era un prodigio verles multiplicar el espacio como los panes y los peces, hervir cachelos y pasar por la plancha el chuletón que siempre pide algún raro, hacer cafés, queimadas, sacar queso y tener los baños como patenas, y asi catorce horas al día.Las casetas del pulpo asombraban a los extraños por resultonas y bien atendidas, y supongo que en eso tiene mucho que ver los años de ejercicio. Los adjudicatarios del invento carecen de rodaje, y van a ensayar este año con cuatro casetas, nada menos. No sé de quién fue la idea de permitir apuntarse al festejo quien no pudiese acreditar experiencia previa, pero me parece que están jugando con fuego. Esto es un salto sin red del que puede ser víctima la gran tradición festiva de las patronales lucenses. En unos días sabremos si tienen razón los que auguran que este año comer pulpo en el ferial va a ser una aventura de alto riesgo, o si el cambio de tercio merece la pena porque los recién llegados van a suplir su bisoñez con eficacia y talento. También les digo una cosa: como los de Madrid sirvan el pulpo mejor que los de Lugo, la moral popular va a sufrir un mazazo como la copa de un pino. Se mire por donde se mire, esto no puede acabar bien.

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