Blog | Marta está harta

El Lazarillo de Tormes y las nuevas medidas sobre Educación

Este año me ha tocado volver a estudiar, he vuelto a la Literatura, una de mis grandes pasiones abandonadas, de mano de mis alumnos y me he dado cuenta que con este sistema educativo, que tiene como objetivo reducir el fracaso escolar y formar “adolescentes” sin ningún tipo de inquietud intelectual, va a ser imposible que surjan vocaciones “humanistas”.

No me meteré ahora en lo fundamental que es la tradición humanística para la sociedad. Pero a este paso llegará el día en que cuadros, esculturas o libros serán incomprensibles para muchos. Y será justo en ese momento cuando nos daremos cuenta de lo importante que era que nuestros adolescentes no tuvieran la posibilidad de dejar de lado la lectura del Lazarillo de Tormes o que el Estudio de Historia de España no se hiciera a través de test tipo carné de conducir (os puedo jurar que es así).

Este curso en literatura la profesora les dio una lista de treinta lecturas para que ellos eligieran una por trimestre. Aquí creo que la profesora cometió un error. Y es que dejar a unos adolescentes elegir tres libros entre treinta, mezclando El Lazarillo de Tormes con otros títulos más sugerentes como Cuando Hitler robó el conejo rosa y pretender que elijan el clásico del Siglo De Oro, es un error, es como pretender que todo el mundo se lea la letra pequeña de las hipotecas, un imposible.

La primera objeción de los adolescentes para no leer un clásico es: “¿Por qué hay que leer un libro que no está escrito en español?”. Entonces te das cuenta de la necesidad de nuestros adolescentes de ver El club de los poetas muertos, dejar de lado tanto Vampiro y Zombie y llenarles la lista de lecturas de maravillosos clásicos.

Y surge una segunda objeción: “¿Por qué tiene que leer un libro antiguo si en la lista hay otros que entenderían mejor?”. Nuestros adolescentes están acostumbrados a la lectura rápida y sintetizada. Imposible conseguir que lean más de cuatro líneas que les hagan pensar .Las nuevas tecnologías al contrario de lo que podemos pensar está matando la creatividad.

Yo como Don Quijote luchando con molinos les expliqué a mis alumnos que ya que estaba estudiando el Siglo De Oro era recomendable elegir una lectura que estuviera relacionada con ese tema pero ese argumento no les convenció mucho.

Ellos estaban empeñados en leer el que se llamaba Cuando Hitler robó el conejo rosa y no quiero yo desmerecer la literatura juvenil moderna pero ¿cómo comparar a ese conejo rosa con el máximo representante de la Picaresca?..

Mi hija planteó la tercera objeción: “¿Para qué le vale leer el Lazarillo de Tormes?”, le contesté que para culturizarse y cultivarse y me miró con cara de póquer e insistió en la pregunta: "¿Para qué cultivarse?” y “¿qué es cultivarse?.” Fue en ese momento cuando me dí cuenta que en este sistema educativo algo no funciona y no es un problema de reválidas sino de “cultivar” a nuestros jóvenes.

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