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¿El cable rojo o el azul?

RECUERDO PELÍCULAS de acción de Hollywood en las que el momento de máxima tensión para el espectador llegaba cuando el artificiero de turno se enfrentaba a la desactivación de una bomba capaz de acabar con el mundo y, alicates en mano, tenía que decidir si cortaba el cable rojo o el azul. Un símil que puede resultar muy acaído para explicar la situación en la que se encuentra hoy En Marea, coalición convertida en una auténtica bomba de relojería desde hace tiempo y cuyo detonador inició su cuenta atrás la noche del 26-J.

Pocos ejemplos hay de una gestión tan nefasta del éxito en la política como la exhibida en estos seis meses por la alianza trenzada entre Podemos, Anova y Esquerda Unida, que pasaron de los más de 408.000 votos del 20-D a quedarse con apenas 344.000 el domingo pasado. Solo se podrían comparar, si cabe, con Alternativa Galega de Esquerda (Age), otra coalición que en las autonómicas de 2012 alcanzó la gloria con más de 200.000 votos y nueve escaños y que va a terminar la legislatura con solo seis asientos y cuyos principales referentes entonces, Xosé Manuel Beiras y Yolanda Díaz, prácticamente ni se hablan.

Si En Marea no supo gestionar el éxito del 20-D, ahora el revés del 26-J convierte a la coalición en una auténtica bomba

La principal diferencia con Hollywood es que la bomba de la gran pantalla era tan sencilla que el experto se la jugaba al 50%, mientras que En Marea es un complejo dispositivo repleto de cables multicolor y donde, además, en lugar de un artificiero hay seis o siete, y ninguno parece ponerse de acuerdo a la hora de aplicar los alicates.


→ La teoría del sándwich
El revés electoral de la repetición de las generales consiguió que aflorasen las diferencias internas en el seno de la coalición, cuyo principal punto de fricción se manifiesta de distintas formas, pero siempre tiene el mismo origen: el desequilibrio interno entre el tándem de los federalistas-rupturistas de EU y Podemos y los nacionalistas de Anova, que se sienten infrarrepresentados y en clara minoría frente a sus socios. La combinación de federalismo-nacionalismo resultó ser un éxito a nivel electoral, pero su gestión diaria resulta mucho más compleja, porque las sensibilidades son distintas.

Las posibilidades de que En Marea rompa, especialmente por la parte de Anova, parecen remotas, al menos antes de las elecciones autonómicas. Porque, pese al revés de las urnas el 26-J, la coalición está a un millar de votos de arrebatarle el segundo puesto al PSdeG y el horizonte de los 350.000 es un botín nada despreciable en tiempos de máxima fragmentación política. Además, el propio Beiras es un firme defensor de los espacios de confluencia de la izquierda como única herramienta para combatir y derrotar al bipartidismo.

Sin embargo, eso no significa que Anova se encuentre cómoda en En Marea. Es más, no faltan voces que apuntan a que sus dos diputados en Madrid —Alexandra Fernández y Miguel Anxo Fernán Vello— podrían acabar en el grupo mixto y no en el de Unidos Podemos si finalmente, como todo parece indicar, la alianza gallega no consiguie conformar grupo propio en la Cámara. Un objetivo [el de conformar bancada propia] al que siempre le concedió mucha más importancia el partido nacionalista que sus socios, que rechazaron darle a En Marea la forma jurídica de partido, como pedían los de Beiras, para tratar de apuntalar ese grupo gallego en el Congreso. Ese capítulo fue uno de los puntos de fricción en los que se demostró que la pinza Podemos-EU acabó doblegando la voluntad de Anova.

Lo que quizás no tienen en cuenta los de Carmen Santos y Yolanda Díaz es que en Galicia quien aporta músculo electoral y votos a En Marea son precisamente sus socios nacionalistas y, de forma especialmente relevante, la figura de Beiras, algo innegable pese a sus salidas de tono, sus incoherencias o sus 80 años. Nadie en En Marea se acerca a su carisma electoral, ni de lejos. Pero quizás nublados por sus éxitos recientes, en Podemos son incapaces de ver cómo no tienen el gancho de antes, ya que el partido está visiblemente dividido entre Tone Gómez-Reino y todos los dirigentes que tienen línea directa con Madrid y la que sobre el papel es secretaria general, Carmen Santos. Además, la rebaja de la ilusión quedó patente con la votación de poco más de 3.200 afiliados de los 20.000 que afirma tener la formación morada en las últimas primarias para escoger líder en Galicia. Y peor todavía es la interpretación de la situación que hacen Díaz y EU, que no recuerdan cómo antes de aliarse con Anova en Age, sus números en las autonómicas de 2009 fueron ridículos: 16.441 votos, ni siquiera el 1%, por detrás incluso de UPyD y Terra Galega. Con la ferrolana, por cierto, como cabeza de cartel.

Por eso la situación se puede explicar con la teoría del sándwich: son Podemos y EU los que tienen apretada a Anova en En Marea, sin dejarle mucho margen de movimiento, aunque no se dan cuenta de que lo que da sabor al bocadillo no es el pan sino precisamente su contenido interior.


→ La teoría del gintónic
A día de hoy En Marea parece sumida en el caos. Es la imagen que traslada al exterior desde el revés electoral del 26-J, que tampoco fue de proporciones bíblicas, dicho sea de paso. Las sucesiones de declaraciones públicas totalmente contradictorias de sus representantes fue tal que llevó a uno de los valedores de la alianza, el alcalde de Ferrol, Jorge Suárez, a pedir que se elija el candidato —él prefiere "candidata"— sin primarias, con el fin de que durante el proceso no afloren todavía más divisiones internas. Idea que pocos en En Marea comparten.

Otro de los tres regidores del cambio, el coruñés Xulio Ferreiro, es partidario de que esa selección de cabeza de cartel se haga cuanto antes porque las elecciones autonómicas están a la vuelta de la esquina, pero su homólogo compostelano, Martiño Noriega, prefiere que se repose la decisión. Díaz y Beiras siguen enzarzados, mientras que en Podemos Carmen Santos abrió la puerta a concurrir en solitario en las gallegas, al tiempo que Gómez Reino dio por hecho que se repetiría la fórmula En Marea.

En este contexto, con tal ruido de fondo, parece que la teoría que explica la caída de apoyos de la alianza en el 26-J en Galicia dada por Juan Carlos Piñeiro, de CxG Burela, no va desencaminada. Pudo influir el Brexit, el miedo al cambio, el pacto con IU, el castigo a la frivolidad y los conflictos públicos de sus líderes o el enfado del voto nacionalista al interpretar que se ninguneó a Anova. Pero también puede ser que, como ocurre con los modernos gintónic, En Marea sea algo muy sofisticado y con mucho ingrediente, pero que si tomas más de uno, cansa.


La puya de Sestayo a su socio ferrolano
LA PORTAVOZ socialista y teniente de alcalde en Ferrol, Beatriz Sestayo, no pierde ocasión para ‘pinchar’ a su socio de gobierno, el regidor Jorge Suárez, de Ferrol en Común. En esta ocasión fue al atribuir la pérdida de escaños de En Marea en las elecciones generales del 26-J a los errores que cometieron los gobiernos municipales que ostentan, como el de Ferrol. "A los gobiernos de las mareas se les ven ahora los posibles errores que pueden tener", espetó la exdiputada, que no da puntada sin hilo. Además, para redondear su comentario, contrapuso esos errores al buen hacer del PSdeG: "Cuando se gobierna se ven todos los aciertos que el Partido Socialista tiene". Sestayo, que celebró que los socialistas se mantengan como segunda fuerza en Galicia, parece en ocasiones un auténtico dolor de muelas para Suárez, que en varias ocasiones amenazó con gobernar en solitario. Lo que ocurre es que de cara a las autonómicas no sería productivo para unos ni para otros exhibir la ruptura del único gran pacto gallego PSOE-mareas.


El BNG sigue inmerso en contradicciones
LA SITUACIÓN del BNG ya pasa incluso de preocupante. Lo de los resultados electorales es lo más grave, sin duda, pero puede tener parte de su explicación en las múltiples incoherencias y contradicciones en las que vive inmersa la formación que lidera Ana Pontón. Esta misma semana, tras romper el gobierno bipartito de la Diputación de Lugo, el secretario de organización de la formación frentista, Bieito Lobeira, aseguró que revisarían "con lupa" los acuerdos que hay en los entes provinciales de A Coruña y Pontevedra, donde sostienen al PSdeG en el poder. Lo que ocurre es que al momento salieron a la palestra los vicepresidentes del BNG en ambas diputaciones, Goretti Sanmartín y César Mosquera, para desautorizar a su "jefe", asegurando que ambos bipartitos gozaban de excelente salud. El votante del Bloque ya no sabe si lo peor es esa diferente visión sobre los acuerdos, los pactos en sí con el PSOE o que el BNG esté metido en unas instituciones que representan todo lo contrario de lo que defiende.

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