Opinión

Acordes y desacuerdos

La política gallega desafina: Xunta y oposición tocan melodías distintas y dentro de los partidos hay demasiadas partituras

 A POLÍTICA GALLEGA hace tiempo que desafina. La melodía del Gobierno y del PPdeG va por un lado y la de la oposición por el otro y rara vez son capaces de encajar ritmos y compases que agraden los oídos de la sociedad. Pero es difícil cuando dentro de los propios partidos hay ocasiones en las que ni siquiera casan armonía y melodía y, para colmo, nunca faltan en medio solistas que desafinan.

→ Obertura presupuestaria
Esta semana de intensa actividad parlamentaria se abrió el lunes con el pleno monográfico de presupuestos, una ocasión inmejorable para comprobar que PPdeG y oposición están a años luz en su concepción de Galicia. Todavía falta el debate definitivo para aprobar las cuentas de 2018, fijado para el día 19 de diciembre, pero vistos los precedentes no es esperable ningún tipo de acuerdo. Por ejemplo, el Partido Popular echó mano de su mayoría absolutísima para pasarle el rodillo a todas y cada una de las enmiendas de la oposición. Y En Marea, PSdeG y BNG, por su parte, tampoco dedicaron ni un solo elogio a la composición contable diseñada por el conselleiro de Facenda, Valeriano Martínez, convertido sin duda en uno de los protagonistas de la semana. Para él, la música de sus números suena más que bien y son las enmiendas de la oposición las que desafinan; mientras en la bancada de enfrente, la de izquierdas, la percepción es exactamente la contraria.
Valeriano Martínez, Santos y Sánchez, Formoso y Caballero, y Pontón con Rodil
De esta forma, nos podemos encontrar dentro de unas semanas con que al PPdeG no le servirá ninguna de las más de ¡1.800 enmiendas! a los Orzamentos presentadas por la oposición, algo que resulta realmente difícil de digerir y de explicar a la sociedad. De la misma forma que no es fácil de entender como desde 2009 ninguno de los prespuestos elaborados por el Gobierno de Alberto Núñez Feijóo, un total de ocho, mereció al menos la abstención y no el voto en contra de algún grupo de la oposición.

Aquí chirrían en los oídos tanto el abuso del PPdeG de su mayoría absolutísima como esa desconfianza innata de la oposición.

→ Conflicto instrumental
Lo de En Marea es como aquellas cómicas Nuits de París de Les Luthiers en las que un cantautor francés detenía el espectáculo para presentar a sus músicos; pero no al público, sino entre ellos, porque era la primera vez que tocaban juntos. Esta semana, a nivel nacional, Podemos e Izquierda Unida se quitaron al fin las máscaras y escenificaron lo que era un secreto a voces: irán juntos a las municipales de 2019 y, a poder ser, despojados de cualquier sigla nacionalista. Este supuesto Unidos Podemos, de trasladarse a Galicia, supondría un auténtico borrón en la partitura del rupturismo, en la que no faltan ya conflictos instrumentales.

Al final, que Antón Sánchez, Davide Rodríguez, Paula Váquez Verao y Ánxeles Cuña, la rama más nacionalista del grupo parlamentario, se ausentasen el miércoles del hemiciclo para no tener que abstenerse —como hicieron sus compañeros— en la votación contra la aplicación del artículo 155 en Cataluña no deja de ser algo casi anecdótico. Al menos si se compara con lo que se le puede venir encima a En Marea de confirmarse esa alianza bilateral Podemos-EU, que dejaría colgado a una parte del nacionalismo gallego —Anova y Cerna— escindido del Bloque a las puertas de unas elecciones. Y generaría un conflicto todavía más difícil de resolver en siglas como Marea Atlántica, Ferrol en Común o Compostela Aberta, los partidos que sostienen a Xulio Ferreiro, Jorge Suárez y Martiño Noriega y cuya fuerza reside en su capacidad para agrupar bajo el mismo paraguas a nacionalismo, federalismo y rupturismo. También el propio Luís Villares podría quedar un tanto desubicado, condenado a tocar un solo de gaita.

Parece una ironía del destino que después de pelear tanto por conseguir convertir una coalición electoral en un partido instrumental, ahora dentro de En Marea ningún instrumento es capaz de tocar la misma melodía que el de al lado. Es más, el del trombón de varas aprovecha para golpear en el cogote al de enfrente y el del violín le mete el arco en el ojo al más próximo. Y mientras tanto, el pianista Xosé Manuel Beiras opta por un profundo silencio.

→ Solo, solista y socialista
Al PSdeG aún le falta tiempo para sonar como una orquesta y, por ahora, sigue siendo un partido integrado por grandes solistas. Gonzalo Caballero todavía se lía con la batutas y los pentagramas, aunque esta semana el protagonismo absoluto fue para Valentín González Formoso. Su paso al frente para liderar al PSdeG de A Coruña constituye toda una novedad en alguien que aborrece la vida orgánica. Pero en el fondo no le queda otra si quiere conservar su parcela de poder. El alcalde de As Pontes sabe que a los presidentes de las diputaciones no los eligen los votantes sino los partidos, por lo que necesita marcar territorio si no quiere que en 2019 lo bajen del escenario.

Lo que ocurre es que enfrente tiene a seis tenores dispuestos a unirse contra él en las primarias provinciales, en lo que sería un enfrentamiento abierto de la nueva dirección gallega contra los restos del besteirismo que él encarna. Ante el panorama de otra lucha fratricida entre bandos, son ya algunos los que piden que los siete aspirantes se junten en una lista única con un buen solista al frente: Formoso.

→ La regueifa de Feijóo y Pontón
Con el BNG en escena, no cabe otra que hablar de la música tradicional gallega. En este caso, tanto Alberto Núñez Feijóo como Ana Pontón apostaron en la sesión de control del miércoles por recuperar la regueifa, que entre ambos se está convirtiendo ya en un género muy recurrente. El presidente no estuvo muy afortunado cuando le preguntó a la nacionalista si estaba del lado de los maltratadores o de las víctimas, pero Miguel Santalices ya trató de templar gaitas en aquel momento y el jueves, tras el Consello, el propio Feijóo pidió algo parecido a lo que se podrían considerar disculpas. De todas formas no parece suficiente para aplacar el enfado de Pontón y los suyos, que ya avanzaron que pedirán el amparo de la Mesa del Parlamento, entre otros.

Parece que Pontón sigue siendo la líder de la oposición que más esfuerzo le exige a Feijóo, de ahí que nos esperen todavía más regueifas de aquí al final de la legislatura. Como les ocurrió a Woody Allen y Sean Penn en Acordes y desacuerdos, una película muy lograda, pero tras la que dos personalidades tan singulares como las suyas acabaron mal entre ellos, marchándose con la música a otra parte.

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