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Antonio Vidal 'Cosme' una vida sobre ruedas

Más conocido como Cosme en el mundo del ciclismo, Antonio Vidal fue uno de los mejores de su tiempo en Galicia, natural de Pol pero pontevedrés de adopción. Participó en las carreras más importantes del circuito gallego

AHORA que la bicicleta vuelve a ser un medio de transporte más, conviene recordar que Cosme mantuvo durante años un récord en ciclismo que nadie consiguió superar: "No hubo nadie que me desbancara", reconoce Antonio. Fue medalla de oro en los I Juegos Deportivos de Galicia, en el año 1961, y ganó numerosas carreras en suelo gallego. Antonio ha pasado por toda suerte de incidentes en las carreras, desde la rotura de un pedal a los recurrentes pinchazos.

Antonio Vidal Valiño (Cosme) nació en el concello de Pol en Lugo, donde nace el río Miño, el 23 enero 1936 cuando estaba al caer la Guerra Civil. Más conocido como Cosme porque a su casa le llamaban la casa de Cosme. Estudió en un colegio en San Andrés de Gomesende (Ferreiros) de manera irregular porque lo alternaba con el trabajo. Siendo muy joven, con unos 14 años, se trasladó a Meira para aprender un oficio de aprendiz como forjador mecánico, un pueblo "con una buena feria", comenta Antonio. Para trasladarse a Meira construyó su primera bicicleta de madera y sin pedales, por lo que sólo podía usarla en llano o cuesta abajo.

Antonio con la misma bicicleta con la que competía. MILAGROS BARÁAl cabo de un tiempo abrió su propio taller, cerca de su barrio, en el que hacía piezas para coches como bisagras o defensas, conocimientos que le ayudaron mucho en su carrera deportiva: "La gente ya venía con un patrón para hacer la pieza", comenta Antonio. Durante los diez años que tuvo el taller nunca se bajó de los pedales y empezó a entrenar. unos amigos organizaron una carrera Circuito Pastoriza, Antonio sonríe porque reconoce que nunca ganó esa carrera, quedó siempre segundo o tercero: "La ganaba gente que ya era de mayor prestigio y de toda España". Antonio vendía productos de forja con su empresa a la vez que entrenaba y competía.

La siguiente bicicleta ya fue una Orbea, una sencilla bici de carreras para dar paso a "una Macario, cuadro Macario, montada con varios tipos de materiales, que era lo mejor que se podía conseguir", explica Antonio. A partir de ahí ya empezó a competir. Tuvo carnet de aficionado, de segunda, de primera y de profesional para correr el Campeonato de España por Regiones.

Para competir en las carreras de Pontevedra, que era donde más se celebraban, pedaleaba desde Lugo a Santiago en su bicicleta, después cogía el tren. Llegó por primera vez a nuestra ciudad en 1958 y trabajó durante la semana que duraban las carreras en un taller llamado Casa Moral, en la calle Peregrina, "que tenía muchísimos accesorios de bicicleta y un taller en la trastienda en el que los participantes arreglaban sus propias bicis", explica Antonio, y en la esquina estaba otero. recuerda que en el taller de Otero le dijo un día —¿Tenéis por ahí un sitio para dormir la siesta? Despertadme a la cinco, que a las seis tengo una carrera en Marín—, comenta Antonio; le dieron unas cajas de cartón, durmió en la zona de pintura y ganó la carrera. en nuestra ciudad le concedieron un permiso para entrenar en el Estadio de la Juventud, además entró a formar parte de la Cultural Deportiva Salcedo, cuando su presidente quiso hacer un equipo de ciclismo y estando en la la junta directiva conoció a la que sería su mujer.

En aquellos tiempos, en concreto en 1964, se empezó a celebrar el I Trofeo San Pedro dentro de las popularmente como las Cien Vueltas a La Alameda que organizaba Antonio Dias Lema durante las fiestas de La Peregrina. Las Cien Vueltas era una prueba, que se remonta a 1935, que sumaban unos 80 kilómetros; carrera en la que un año más tarde Vidal Cosme quedó clasificado segundo. hoy recuerda a algunos compañeros de competición en Pontevedra como José Angueira y en concreto a Manuel Liñeira al que, como compañero, quería ayudar a ganar. Sobre este asunto relata entre risas una anécdota en las cien vueltas: "Al llegar a la curva de la Cruz de los Caídos (años más tarde Monumento al soldado) había un bidón que sostenía el alumbrado público", recuerda Antonio, "entramos lanzados y le di un empujón a Liñeira en el sillín para darle impulso y se fue por el otro lado del bidón: Al final pero me descalificaron por intentar ayudarlo".

Competía en Pontevedra, Marín (con Manuel Rosales), Rianxo o Padrón. Las carreras en aquellos tiempos solían ser de una o dos etapas y eran de entre 80 y 90 kilómetros. La carrera más dura que recuerda era la del Baixo Miño y la de Padrón-Riveira. Para mantenerse en forma entrenaba un poco todos los días y los domingos hacía unos 150 kilómetros. La bicicleta que tuvo más tiempo la rompió compitiendo en los Juegos de Lugo, en la primera etapa entrando en Monforte se escapó en una cuesta entre Sarria y rompió un radio y los tubos del cambio; la repararon en un taller de la zona y "me la dejaron bandera", comenta Antonio. Con aquella bicicleta ganó muchas carreras: «en aquellos tiempos había pocos medios y poco dinero», y si lo hubiera tenido seguro que habría duplicado sus victorias. Los premios que se daban consistían en una copa y entre 1.000 y 1.500 pesetas, "en aquellos años era dinero, no cabe duda", explica Antonio. Trabajó unos dos años en una mina de carbón en Villabona arreglando herramienta para los mineros con la forja, tiempo que aprovechó para participar en carreras por esa zona del país.

Recuerda la carrera Vigo-La Guardia-Vigo la como una competición muy dura por la cantidad de kilómetros, unos 160; entró escapado con Eladio López y quedó de segundo en la clasificación. recuerda también que, por si pinchaban, tenían que llevar encima un tubular de repuesto y cambiarlo si hacía falta sobre la marcha.

En 1967 participó en la Vuelta España, campeonato que salió desde Vigo, pero lo hizo en una moto Lambreta con el grupo de avituallamiento. ese mismo año se casó con Inés Boullosa Alonso, con la que tuvo dos hijos, Antonio y Rafael, y se trasladó a vivir definitivamente a nuestra ciudad, en concreto a Figueirido. A raíz de trabajar con Morales le ofrecieron abrir un taller propio en Blanco Porto, cosa que hizo.

Antonio recuerda a Basilio Couto, todo un referente en Pontevedra, y me comentan que en los años cuarenta también existía en nuestra ciudad un comercio conocido como Biclicletas el portugués propiedad de Dias Lagoasa frente a Las Torres, en donde se alquilaban bicicletas. Antonio participó como experto en la gestión de la I Ruta Cicloturista del Románico con Carlos Valle Pérez, Rafael Fontoira o el mismo Basilio Couto en 1983. Sirvan estas líneas para reconocer la trayectoria profesional de todo un campeón gallego.

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