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'El Bosque de Colón' 25 años después

Después de 25 años vuelven al Bosque de Colón su creador John H. McElroy y los Columbus Kids un día lluvioso y frío del mes de abril, contentos y emocionados. Un bosque que llegará a ser milenario

El Bosque de Colón cumplía ya el pasado mes de noviembre 25 años y dormía el sueño de los justos hasta que, gracias a las gestiones de Ángel Moldes, Eduardo Galván y su agrupación que se interesaron por recuperar una historia que comenzó hace veinticinco años.

La comitiva norteamericana en 1992 plantó en lo alto del Monte Castrove 500 secuoyas en lo que hoy conocemos como Bosque de Colón, como regalo del pueblo americano refrendado por la aprobación del mismo por el parlamento estadounidense, cuando era George Bush presidente. Al frente de la expedición estaba John Harmon McElroy, profesor de literatura/historia en la Universidad de Arizona con los Columbus Kids (La expedición de Los Chicos de Colón). John, pasó su juventud en el estado de Pensilvania, que significa el Bosque de Penn porque Carlos II en 1681 cedió las tierras a William Penn para saldar una deuda, y tenía un hermano mayor que era forestal y reconoce que le transmitió el amor por la naturaleza y los bosques.

Vista del bosque de Colón en la actualidad. MILAGROS BARÁEduardo Galván ante la falta de datos para completar aquella historia localizó el año pasado al profesor a través de su editorial. John se emocionó al recordar el bosque, le envió el dossier del primer viaje y como tenía planeado un viaje a Irlanda para celebrar su cumpleaños decidió dar el salto de nuevo a Pontevedra para celebrar también los 25 años de la creación del bosque. Localizados por Lauren, la hija de John, ocho chicos se apuntaron al viaje inmediatamente; hoy algunos son empresarios de éxito en su país y reconocen que aquel primer viaje con 15 años "les hizo plantearse muchas cosas, entre ellas querer viajar y tener una visión del mundo más cercana", explica Eduardo.

Invitados por la Comunidad de Montes de Poio y el Partido Popular el pasado 13 de abril por fin llegaron a Galicia. John volvió con su mujer Onyria Herrera Díaz, cubana descendiente de gallegos, sus hijas Lauren, Helen, y su nieto Gabriel; un Columbus Kid, que todavía recuerda cuando viajaron en el año 1992 en un autobús desde Madrid a Pontevedra y cómo les acogieron los vecinos de Poio en sus casas. En aquel entonces ayudaron también a plantar un grupo de estudiantes de la Escuela de Ingenieros Forestales, entre los que se encontraba Manuel Vicente Caamaño.

La primera parada, de este segundo viaje, fue en el Parlamento de Galicia en Santiago para llegar directamente a la Casa Museo de Colón de Porto Santo, rehabilitada por el arquitecto pontevedrés Enrique Barreiro Álvarez con la financiación del Concello de Poio; museo que dinamiza desde hace años Pedro Martín-Gilarranz. Esa misma tarde, en una jornada maratoniana, el hoy profesor emérito de la Universidad de Arizona, participó en una mesa redonda en Casal de Ferreirós sobre los valores históricos, forestales y culturales del bosque.

John con Manuel Viéitez. Imagen para el blog de Milagros BaráEl pasado 14 de abril, después de una parada en Combarro, el grupo visitó el Monasterio de Armenteira lugar en el que se reencontraron con Paula Téllez, Ingeniera Forestal que hace 25 años participó en la plantación y que, unos años más tarde, ingresó como monja de clausura en dicho monasterio. Allí, en un marco incomparable, tuvo la ocasión de rezar con las monjas en privado y reencontrase con Paula. John es un hombre pausado que transmite emociones cuando responde a las preguntas: "Colón tenía una visión y su viaje cambió el mundo. Tenía un profundo sentimiento religioso y sentí cierta conexión con él", explica John; viene al caso recordar que Cristóbal Colón, durante el viaje del Descubrimiento, celebró un oficio religioso en el barco el día de la Virgen de la O, patrona de la ciudad de Pontevedra.

A las siete y media de la tarde de ese mismo día se desarrolló el acto principal en el Bosque de Colón. Un emocionado John, su familia y los Columbus Kids fueron recibidos por Luciano Sobral, alcalde de Poio, Miguel Dubois (Director Xeral de  Desenvolvemento Rural), Ángel Moldes, Eduardo Galván, José Couselo (Presidente de la Comunidad de Montes), Manuel Viéitez, Axente Ambiental que regaló al profesor la gorra y el palo que él mismo había usado en la plantación, su hija Eva Viéitez, Pedro Martín-Gilarranz, amigos y simpatizantes. Esa tarde fría y lluviosa como hace 25 años, Nito Sobral reconocía el lugar como emblemático no sólo para Poio, sino para Galicia, que ya se empieza a conocer el bosque en todo el mundo. Por su parte, en su discurso, John hizo hincapié en que de él sólo fue la idea y considera el proyecto del bosque un proyecto de todos "en honor de Colón y el Descubrimiento que cambió el curso del mundo conocido. Galicia es un país muy antiguo y noble y el viaje de Colón cambió la historia del mundo", por eso reivindica el nombre oficial del bosque: El Bosque de Colón.

John a su llegada a Poio. MILAGROS BARÁUn emocionado John explica cómo ha encontrado el lugar hoy: «Algunos árboles están más grandes que otros pero, en general, tienen una altura de más de 10 metros: les gusta el suelo de Galicia. Una vez transcurridos unos cuantos siglos llegarán a la altura de las secuoyas gigantes de California». Un bosque casi eterno por lo que han previsto volver a Pontevedra cada 25 años, generación tras generación. John aclara que: «esta plantación no es un acto político, es un acto humano». A su nieto Gabriel este bosque le recuerda al Parque Nacional Redwood de California, al que le pusieron el nombre de Muir Wood en recuerdo de un guardabosques y le hace mucha ilusión que su abuelo haya creado uno al otro lado del Océano Atlántico.

Ppuede parecer poca cosa, pero hablamos de un proyecto a nivel internacional entre Pontevedra y Estados Unidos, en el que el Parlamento estadounidense y el propio presidente George Bush aprobaron un acuerdo para regalarnos un bosque que llegará a ser milenario.

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