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Don Manuel, el médico de Venerando

VENERANDO fue El Padrino de los carteristas de Lérez hace casi cien años. Un tipo listo, con gran sentido del humor, que ayudaba a los más desfavorecidos y que lo convirtió en un personaje al margen de la ley pero muy popular. Una de las personas que mejor lo conocieron fue Manuel González, que fue su médico personal.

La saga médica, en la familia de Manuel, la inicia su tío César Enrique López de la Ballina, que fue subdirector del Hospital de Pontevedra hasta 1901 y médico de asistencia domiciliaria del distrito Lérez durante cuarenta años. Era muy querido en la zona y conocido como el médico de los pobres. Perteneció a la Sociedad Arqueológica de Pontevedra y fue Patrono Fundador del Museo de Pontevedra. Se jubiló en 1937 y falleció en el 1939, pero para el recuerdo queda la calle que lleva su nombre.

El médico de Venerando, Manuel González López de la Ballina, era sobrino de César Enrique e hijo del concejal de Pontevedra Manuel González Pérez y de Clara López de la Ballina. Tenía ocho hermanos: César, Juan, Ida, Enrique, Clara, Severina, Custodia y Francisco. Se casa el 16 de octubre de 1938 con María Teresa Casalderrey García, hija del teniente de alcalde de Pontevedra Rogelio Casalderrey, en el Monasterio de Lérez.

Manuel era médico de Lérez y además fue concejal, allá por los años sesenta, con José Filgueira Valverde de alcalde. Trabajaba con su tío Enrique como médico auxiliar y sigue sus pasos cuando en 1936 solicita autorización para firmar recetas para los pobres. También atendía en su consulta a los carteristas y moinantes de la zona, así que le llegaban con frecuencia heridos de navaja y de bala.

Tengo la suerte de hablar con Enrique González de la Ballina Casalderrey, sobrino nieto de César Enrique e hijo de Manuel, que recuerda cuando acompañaba a su padre en las visitas médicas. En una ocasión pudo ver a Venerando enseñando a los carteristas en el Camino Viejo, cree que cerca del Carranco, con "el muñeco de las campanillas", que "era un maniquí de los de antes, sin cabeza, con vestido y con unos cascabeles en el borde del bolsillo". Los aprendices tenían que meter la mano y sacar la cartera del bolsillo sin que sonaran los cascabeles, comenta Enrique. Si los cascabeles sonaban, Venerando les atizaba con un mimbre en la mano y les hacía repetir la maniobra una y otra vez hasta que lo conseguían.

Enrique recuerda también cuando su padre Manuel le contó que en un viaje en tren a Madrid un pasajero en la cafetería le comentó su desesperación porque le habían robado la cartera que, aparte del dinero, tenía toda la su documentación. Manuel se despidió del pasajero y a lo largo del tren se encontró con Venerando y le dijo: "Venerando si algún dos teus trincou a carteira deste home, faille falta a documentación, os cartos non lle importan", a lo que este le respondió "si é un dos nosos conte con ela".

Venerando iba a misa todos los domingos por la mañana y le preguntaba al cura Don Leandro la hora, como el cura no encontraba su reloj de cadena Venerando se lo devolvía entre risas porque se lo había birlado. Ni que decir tiene que el párroco se acordaba cariñosamente de sus ancestros.

Venerando era muy amigo de Antonio Puig, el hombre del régimen de Franco en Pontevedra. Nada se movía sin su consentimiento. Cuando un ministro visitó la ciudad le robaron un maletín con documentos y desesperado se lo hizo saber a Puig que le dijo: "no te preocupes que si está por aquí lo recuperamos", explica Enrique. Puig llamó a Venerando y el maletín apareció pocas horas después.

Los descendientes de César Enrique y Manuel todavía conservan la casa familiar de Pedra Picada en Lérez.

Fuentes: Charla con Enrique González de la Ballina Casalderrey y hemeroteca.

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