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El extraño crimen del cura de Sabucedo

Un asesinato, a finales del S.XXI, sobrecogió a propios y extraños porque la víctima fue el cura de la pequeña parroquia de San Lorenzo de Sabucedo

nodarSABUCEDO, un lugar conocido internacionalmente por mantener viva la antigua tradición de A rapa das bestas, fue el epicentro de una luctuosa noticia que conmocionó a toda la comarca hace más de cien años.

"Un mártir de su sagrado ministerio..." Así se lamentaba en su necrológica el Arzobispado de Santiago refiriéndose a Ángel Nodar Matalobos, el cura párroco de San Lorenzo de Sabucedo, que falleció el 11 de septiembre de 1888 a la edad de 43 años.

Aquel día era martes y Don Ángel se había levantado muy temprano, sobre las siete de la mañana, para oficiar el Santo Oficio de la misa en la iglesia de San Lorenzo. Una antigua capilla románica situada al lado del viejo curro de las yeguas. Ese día Nodar ofició la eucaristía con la ayuda de un vecino sin ningún contratiempo hasta llegar al momento de la consagración del vino. Como de costumbre elevó el cáliz, bebió su contenido y al probarlo notó un gusto amargo y se notó indispuesto. Terminó la misa sobre las ocho y en el atrio de la iglesia comentó a los vecinos allí presentes que su malestar era producto de un envenenamiento y confesó muy agitado que el autor era un vecino de Sabucedo con nombre y apellidos: "Me envenenaron, y quién me envenenó fue Manuel Alonso". Al sentir tan próxima la muerte le pidió a un vecino "Ayúdame a morir bien; pide por mí".

Sin perder tiempo se dirigió a su casa en la rectoral y allí comentó a su cuñada y sobrinos que vivían con él que se encontraba mal y que se moría envenenado, que el autor del delito era su feligrés Manuel Alonso Paredes. Intentó paliar los efectos del veneno ingiriendo un vaso de aceite común, redactó testamento a favor de su cuñada delante de testigos y minutos después falleció entre terribles dolores.

El presunto asesino, Manuel Alonso Paredes, era un vecino de Sabucedo con bastante mala fama, decían que sus ojos despedían un fulgor siniestro. Era curandero de ganado, casado, de treinta y tantos años, alto, moreno y de barba poblada: "Hállase domiciliado en Sabucedo, en donde ejerce el oficio, por no llamarle profesión, de curandero, cirujano y no sé qué otras yerbas más".

El presunto asesino era un vecino de Sabucedo con bastante mala fama

Al dar parte del hecho, la Guardia Civil de A Estrada se personó en su domicilio, pero después de batir el pueblo y los alrededores llegaron a la conclusión de que había huido. Se preparó un dispositivo de búsqueda que dio sus frutos tres días más tarde cuando el presunto criminal, cercado por las fuerzas del orden, se presentó voluntariamente ante el juez de instrucción de A Estrada, que recabó las pruebas para juzgar la causa en la que defendía al reo el ilustre abogado Augusto González Besada.

Durante el proceso quedó probado que Manuel Alonso se había dirigido a Ángel Nodar Matalobos para solicitar "inscribir como hijo legítimo a un hijo natural de un sujeto casado y recién llegado de América, por cuya negativa prometió éste que se vengaría del cura". El señor casado con un hijo natural era Manuel Alonso, que se había separado de su mujer oficial hacía un año. Se comentaba que había prostituido a una joven con la que hacía vida común, y es de suponer que el hijo que quería inscribir era de ambos. Tales debieron ser las amenazas al cura que éste no dudó en relacionarlo con su dolencia mortal.

Pasados unos días después de la negativa del cura, Manuel Alonso aprovechó las obras que se estaban ejecutando en la iglesia, que por ese motivo estaba abierta día y noche, situación que facilitó el acceso del acusado a la sacristía para llevar a cabo su plan. Según las investigaciones, Alonso vertió el veneno en las vinajeras que se utilizaban en la consagración, que como tenía planificado utilizó el cura en el oficio y Nodar, que acostumbraba a llevar el agua y el vino todos los días desde la rectoral, de casualidad no lo hizo así aquel aciago día.

Los boticarios encargados de determinar qué sustancia mató a Ángel Nodar fueron Segundo Santos y Marcial Moure. Llegaron a la conclusión de que el veneno empleado fue la estricnina, un polvo blanco en forma de cristal, del que está prohibido su uso desde el año 2006, que se disuelve completamente en un líquido y es inodoro, la única pista que le delata es su sabor amargo.

Conocido en Galicia como esternina se usaba para envenenar animales pequeños como ratones, zorros o perros. La muerte por esta sustancia se produce en tres fases: la primera con secreciones y contracciones de la musculatura; la segunda con temblores y convulsiones; la tercera afecta al sistema nervioso central con insuficiencia respiratoria hasta que se produce el fallecimiento. Según la cantidad, la agonía antes de la muerte puede durar entre 15 minutos y una hora.

El juicio se celebró seis meses después en la Audiencia Provincial de Pontevedra, ante el magistrado Castro Ares, donde el fiscal solicitó la pena de muerte para el acusado y su abogado defensor, González Besada, la libre absolución alegando como atenuante arrebato y obcecación de su defendido.

El juicio se celebró seis meses después en la Audiencia Provincial

La sentencia finalmente condenó "al procesado a la pena de cadena perpetua, pago de las costas e indemnización de 1.500 pesetas para los herederos del cura fallecido". Manuel Alonso insistió en su inocencia con tanta vehemencia que se negó a firmar las diligencias: "¡Parece mentira que sin haber cometido delito se me haga pagar esa pena!".

Al párroco de San Lorenzo de Sabucedo lo sustituyó en el cargo Miguel Gamallo Fernández, al día siguiente de su fallecimiento, como así lo publicó en sus necrológicas el Boletín Oficial del Arzobispado de Santiago.

Fuentes:
La Estrada por Pedro Varela Castro, O crime do cura de Sabucedo de Calros Solla Varela, Boletín Oficial del Arzobispado de Santiago, Crónica de Pontevedra, El Eco de Galicia, El Correo Gallego, El Diario de Pontevedra, El Regional y Aspectos clínicos y forenses del envenenamiento de aves silvestres: diferencias entre el aldicarb y estricnina de García-Fernández y varios.

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