Blog | Crónicas y perfiles

Sereno, una profesión de riesgo

RECORDANDO MI conversación con Teolindo López, el último sereno de Pontevedra, he seleccionado algunas noticias de hemeroteca relacionadas con los serenos de hace cien años.

En 1895 en A Coruña, el sereno Mateo Ben fue agredido por dos alcoholizados que no paraban de gritar y blasfemar a altas horas de la mañana, en la ciudad Alta, por Enrique Moreno, carpintero, y Manuel Crespo, vago de profesión. Durante la agresión le destrozaron la linterna, el impermeable, el cordón sujeta pito, la lanza, y no contentos con esto, Crespo le asestó dos puñaladas. Pese a su estado consiguió detener a los dos maleantes y él mismo fue socorrido por el farolero Baltasar Edreira. La navaja del agresor apareció con la hoja doblada y se destaca la actuación del sereno, que en ningún momento usó su pistola para defenderse.

Ese mismo año y en la misma ciudad, el sereno Castro encontró a las dos y media de la madrugada a un niño de once años, José Fernández, durmiendo al pairo en la plaza de María Pita. El niño explicó que su tío lo había abandonado en la calle a su suerte y estaba buscando un hospicio para ingresar por su propio pie.

En A Coruña en 1897 nos llegaban noticias de que "El Pérez" rompió el sable y desgarró el capote del sereno José García cuando intentaba reducirlo. Después de un intenso forcejeo el delincuente fue conducido a la Prevención por formar un escándalo apoteósico en una "tienda de vinos". Ese mismo año en "O Campo d'’o boy" , en A Moureira de Pontevedra, se denuncia un robo, frutas y maderas por valor de quince duros, y a los vecinos no les extraña hasta que le "den pasaporte, porque al parecer es incorregible" al sereno que todas las noches se queda dormido. Ese mismo año, a la una y media de la madrugada, unas mujeres que regresaban del horno de Santa María vieron llamas en la calle de "La Soberanía Nacional". Dieron la voz de alarma. El sereno tocó el pito y reunió a un buen puñado de gente. Las campanas de Santa María repicaron. En la casa vivía la familia de García Escudero. Pero, aunque los vecinos acudieron con sellos de agua, la casa se quemó totalmente y a eso de las cuatro de la mañana lograron extinguir las llamas.

En 1900 en Santiago el sereno detiene a dos jóvenes "que blasfemaron del santo nombre de Dios" cuando fueron apercibidos por el mismo tras haber maltratado a un niño. Mientras, en Pontevedra unos cacos intentaron robar en un negocio de la calle Real y, después de una persecución, fueron detenidos por el sereno los jardines de la Alameda. Parece ser que los cacos se escondieron en el último piso de la casa y después, ya de noche, intentaron entrar en la tienda.

En 1902, los pontevedreses se despertaban con la impactante noticia, en El Áncora, de que "En el puente de la Barca, de esta ciudad, se cayó desde el pretil el antiguo sereno municipal Juan de Dios, sufriendo graves heridas en la espalda y en otras partes del cuerpo. Su estado es grave". Nuevamente en Santiago, el sereno de la calle San Roque, José Gómez acude a la llamada de un caballero que de camino a su casa y, sobre su montura, creyó ver un lobo y disparó varias veces, y cuando cargaba el arma se le disparó la pistola "yendo la bala a alojarse en el muslo izquierdo".

En Chantada en 1904 el sereno Manuel Nóvoa fue juzgado por el asesinato de un joven conocido como "Roquito". El Ministerio fiscal pide la pena de muerte. Ese mismo año en Madrid, una chispa mata al sereno Juan Lluvia en la estación Pueblo Nuevo. El sereno de Ribadeo acude al Hospital de San Sebastián para reducir a un interno, José Soto "El Rulo", que acuchilló hasta la muerte a tres internos con una navaja pequeña y sin punta, bajo el pretexto de no tener valor para suicidarse y así obligar a la justicia a ejecutarlo.

En 1925 en A Coruña, el suicida Rafael Cora Iriarte se tira al mar y es rescatado por el sereno, que lo traslada a la Casa de Socorro en estado grave. En la Habana el sereno Constantino Lorenzo Gómez, de 58 años y natural de Pontevedra, apareció mutilado en su caseta sin que se conozcan los motivos ni el autor.

En 1926 se suicida en Madrid el sereno José Soto Fernández "arrojándose al paso de un autobús". En Pontevedra se produce un robo en La Singer, en la plaza de San José, a las cuatro de la mañana. Al oír ruidos extraños, inspeccionó el Café Moderno y seguidamente el local de la Singer con el mecánico. Se dieron cuenta de que una persiana no estaba cerrada y por allí podía entrar el ladrón, así que la cerraron quedando el ladrón dentro del local. Durante la noche el ladrón intentó abrir la puerta para salir, necesitando una banqueta para llegar al pestillo, por lo que se especuló que podría ser un niño. Al levantar la persiana de hierro alertó al sereno, pero al llegar el ladrón ya había huido.

En 1927, de madrugada, llegó a Marín el piloto mercante Manuel Rodríguez. Al pasar por la taberna del muelle le informaron que su mujer también había llegado y al no encontrar alojamiento la envió a la posada de San Andrés acompañada por un marinero amigo de su marido. Acudió a dicha posada el marido recién llegado y cuando el sereno de Marín le abrió la puerta de la posada se encontró a su mujer "en íntimo consorcio con el marinero". El marido cornudo se dirigió a comisaría para denunciar los hechos.

Un anuncio en el Diario de Pontevedra decía así: "Se desea persona de intachable conducta para prestar el servicio de sereno nocturno en Hoteles y Fondas. Informarán: Hotel Progreso".

Fuentes: Hemeroteca.

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