Opinión

Adiós a la Esperanza

CUANDO VI salir cabizbaja y meditabunda (cabizbunda y meditabaja, que decíamos en el instituto) a Esperanza Aguirre de la tercera rueda de prensa en la que dimitió pensé dos cosas: ya no hará más porque ya no le queda de qué dimitir a menos que dimita de marquesa, que lo dudo mucho. Y me acordé también del Gran Wyoming. Aunque lo tengo por un buen tipo, no pude evitar pensar qué pensaría él en ese momento. Luego di por cierto todo aquello de que la lideresa quería serlo de verdad: suceder a Rajoy. Pero a su alrededor tenían otros planes. Su gesto parecía delatar que, como suele pasar en estos casos, ella fue la última en enterarse. A la próxima rueda de prensa que dé irá mucha gente y se sentirá bien. Pero a la siguiente irán solo unos pocos periodistas sin mucho interés y casi todos de medios digitales acompañados de 13 TV y engendros así. En ese momento acabará de comprender lo que pasa realmente: el próximo encontronazo con la Policía Municipal no le va a salir gratis. El Gran Wyoming la irá dejando de nombrar y a Cristina Cifuentes ya no le preguntarán más por ella. Por fin podrá decir sin problema que ‘Sara Mago’ es una gran pintora.

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