Opinión

Cinco años de Bergoglio

TRAS CINCO años del Papa Francisco en el trono de San Pedro lo que veo es que solo existe otro ser humano sobre el que se depositaron tantas expectativas en la historia reciente: Barack Obama. Son todas tan disparatadas que no queda otra que caer en una decepción anestésica. Son esas que te tragas sin prestar mucha atención o a lo sumo disueltas en un sencillo vaso de realidad azucarada con acetileno pero que luego se van disolviendo día a día hasta provocarte una úlcera. De repente es una terrible desilusión que las mujeres no ejerzan el sacerdocio, que los homosexuales no puedan casarse en la catedral de San Martiño o que los curas no puedan cambiar de novia como de sotana. Nos ha fastidiado. El Papa es un jesuita que antes era cardenal. No lo sacaron de una casa Okupa en Buenos Aires. Ni tan siquiera era militante de Podemos. Ese bastón en el que se apoya cuando enfila el pasillo de la basílica de San Pedro no es la varita de Harry Potter, es en realidad una suerte de pulsera de localización y si se sale del camino marcado puede acabar como Juan Pablo I. ¿Cómo acabó Juan Pablo I? Esa es una buena pregunta que no contestará ni Barack Obama. Aunque para mí que lo sabe.

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