Opinión

Curiosidades de las estrellas

NO SÉ si llegó a darse en realidad esa conferencia en la que un filósofo retaba al público: «Esta manzana que veo yo (decía mientras mostraba una Red Delicious) no es la misma que ustedes ven» y bla, bla, bla. Ese mundillo de lo que yo veo y lo que ven los demás es totalmente distinto aunque sea lo mismo no debería ser motivo de una charla filosófica, sino gastronómica. Ahora que se concedieron las estrellas Michelín es asombroso escuchar a los ganadores: «Hago platos primando los productos tradicionales». ¿De verdad? Pues nadie lo diría. No tengo nada contra la cocina de vanguardia. Es más, si no la frecuento es solo porque no puedo pagarla, no por falta de ganas. Pero de ahí a tragarme que esos cuadros de Kandinsky servidos en una fuente gigante son en esencia lo mismo que una fabada media un tramo idéntico a decir que Bigote Arrocet era un cómico tan sólido como Dani Rovira. Yo estoy a favor del nitrógeno líquido, de las emulsiones de vainilla y de las bayas aromatizadas sobre crujiente de almendras. Pero si para justificar el plato tienen que soltarte que eso ya lo hacía tu abuela, mal vamos. Mi abuela hacía enfariñada: leche, huevos, harina y agua. Cero emulsiones.

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