Opinión

Educación judicial

¿SABE QUÉ no me gustaría haber sido en esta vida? Hijo de un juez. O de una jueza, tanto da. Supongo que sacarás coraza desde niño, pero arrastran serios problemas. El primero es que nadie sabe qué profesores les enseñaron a utilizar ese mensaje enloquecido en el que usan expresiones como «No es menos cierto», «Retrotrayéndonos aún más» o frases del latín como si fuesen anglicismos: «in dubio pro reo» o «aberratio ictus» que por costumbre todos acabamos por emplear, cuando (salta a la vista) no es así. Ayer me entretuve con una de la Audiencia de Pontevedra en la que un juez autoriza a un padre a revisar los mensajes de whatsapp de su hija menor de edad porque, dice: «El desarrollo de las redes sociales (...) requiere atención y vigilancia de los progenitores para preservar la indemnidad de los menores». O esta gente no tiene hijos, o sus hijos son unos sosos, o solo quieren tener 18 años para largarse de casa y estudiar matemáticas para no volver a escuchar jamás un circunloquio. Aunque eso es como yo lo veo. En el mundo real los hijos de los jueces no mutan. Son a su vez jueces o registradores de la propiedad. Todo gracias a que les revisan el whatsapp.

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