Opinión

El caimán verde

LA MUERTE de Fidel Castro fue bien predecible a nivel mediático. Tan triste como el mundo que deja y que de alguna forma que nunca sabremos calibrar él contribuyó a crear. Pero contra lo que nos están haciendo tragar estos días, me temo que de forma mucho menor a lo que nos creemos. Me molesta que Fidel Castro derivase en un dictador paranoico y estúpido, porque él no era estúpido. Además, esa fue la excusa perfecta para que se olvidase totalmente de dónde vino: de derrocar un régimen (el de Batista) que había conseguido que a Cuba la llamasen «el burdel de América». Qué bonito. Algo de eso lo puede entrever si revisa ‘El Padrino II’.

También me molestó que estos días se comentase a modo de anécdota simpática que salió vivo de más de 600 intentos de asesinato, al mismo nivel de importancia que los puros que se fumaba. A Matías Prats le hubiese congelado la media sonrisa con que lo contó de buena gana, con idéntico tono al anuncio de Línea Directa. 600 intentos de asesinato son graciosísimos, sí, sobre todo si es a otro al que le caen. Y por último, ni a uno solo vi que se preguntase estos días qué habría sido de Cuba si los yanquis la hubiesen dejado en paz.

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