Opinión

El congreso de anestesistas

HOY SE celebra un congreso de anestesistas en Burela. Estoy por pedir el día libre y marcharme con ellos a manifestarles de alguna manera absurda mi absoluta devoción por su profesión. Quiero que sepan que cuando me preguntan qué me llevaría a una isla desierta hace décadas que contesto lo mismo: «A un anestesista». Con su anestesia, se entiende. ¿Sabe cuál es la auténtica diferencia entre nuestra época y la Edad Media? Sí: los anestesistas. Empezaron a trabajar con amapolas manipuladas y a día de hoy te anestesian incluso antes de anestesiarte. Lo habrán notado en el dentista: te echan un espray y para cuando te anestesian de verdad ya tienes la boca dormida. Es de las pocas profesiones que aparcó el terror: «Ahora vas a notar un pinchazo». A mí me sacaron tres trozos de vísceras distintas y para cuando pregunté que cuándo empezaban resultó que ya habían acabado. Lograron incluso acentuar mi pedantería y cada vez que empasto una muela cito a Neil Armstrong: «Este es un gran salto para la humanidad». Es una devoción compartida con Woody Allen, que no quiere saber nada de otras épocas: «Dejarían de gustarles al saber que no se había inventado la novocaína».

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