Opinión

Elogio del subterfugio

MI ETAPA de manifestante se reduce a una sentada en el patio de las Monjas con diez años inmediatamente disuelta por sor Antidisturbios y a cuatro cabalgadas más bien lúdicas por una paralela a la Gran Vía en Madrid. En estas últimas uno de los gritos de guerra era «Somos gente pacífica, y no nos gusta gritar», frase que íbamos repitiendo en un in crescendo que acababa a grito pelado. Todo muy sonrojante y sin nada que ver con lo que reivindicábamos. Ese volumen progresivo de algo sin nada que ver con la realidad lo detecto cada vez más cuando se habla del Atlético de Madrid en general y de su entrenador en particular. A falta de saber qué les pasó ayer contra el Barça, lo cierto es que a Simeone se le despacha con una condescencia febril. Al parecer juegan al antifútbol, dejándose dominar, son unos tuercebotas que se cuelgan del larguero, tipos furibundos dispuestos a lesionar a cualquiera, no tiraron un autopase en su vida y ¡herejía! nunca ganan en tiempo de posesión de la pelota. Pues yo creo que Simeone no solo es pillo sino que también es inteligente. Esa estupidez a voz en grito les llevó a la cumbre. Y a ver si no se quedan allí haciéndose los despistados.

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