POR PRIMERA vez en 28 años ayer puse unos calcetines blancos. Y fue por error. No lo hago desde 1988. Aquel año empezaron a decir que si llevabas calcetines blancos eras lo peor y tenían que ser de rombos. Al principio me pareció una boutade clasista (que es lo que era), pero una chica muy guapa de Coruña que nos gustaba a todos los llevaba de rombos y algo hizo clic en mi cerebro. No volví a poner unos hasta ayer, que me puse los de jugar al baloncesto. Durante un rato me entró esa paranoia que te entra cuando eres un tonto que crees que te están mirando cuando en realidad nadie te hace ni caso. Miré mis calcetines blancos refulgir y pensé que la última vez que tuve esa visión en el cine echaban 'Conexión Tequila', por la radio sonaba C.C. Catch y organizaba mis horarios en función de los episodios de 'Anillos de oro' (¡Ay, aquel final!). Más o menos por entonces vi a Michael Douglas en 'Wall Street' hablando por un móvil de 2 kilos. Debí haber estado más atento. Se anunciaba un futuro sin calcetines blancos pero pegado a un móvil. Sé lo que hay. Cuando usted lea esto volveré a llevar calcetines negros en luto por Ana Diosdado y por 1988 y sus móviles de dos kilos.
