Opinión

Quién hay tras mis carencias

SI ME preguntaran eso de: ¿a quién le gustaría conocer?, no diría a Jesucristo; ni a su subalterno, el Papa. Ni
siquiera a Bob Dylan o a Ava Gardner. Quiero conocer a la gente que hace esas listas con las que nos fusilan a diario y que siempre empiezan igual: «Las diez cosas que deberías saber sobre...». Y ahí arrancaría la conversación, porque es sorprendente todo lo que sabe esa gente, sabios al más puro estilo aristotélico. Te dan información la mar de práctica sobre pastas dentríficas, la vida en el espacio, los líos de Brad Pitt, las comisiones de los bancos, el destino de la basura, los fichajes del Real Madrid, los alimentos que más adelgazan, las ciudades que hay que visitar, los volcanes más revoltosos, los directivos más sobrevalorados. Me imagino que eso lo hace gente cachas, muy leída y viajada, que solo come alimentos exquisitos que además adelgazan por precios ridículos que compran en tiendas que solo ellos conocen. No tienen pedidos créditos y si los tienen apenas pagan comisiones. Usan móviles de última generación por los que pagaron veintipocos euros y son guapos, altos y nunca cometen errores. De buena gana los tiraba a uno de esos diez volcanes que no debo dejar de visitar.

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