Opinión

Todo por las apariencias

CUANDO LEÍ que la mayor parte de los libros de la que se creía que era la mayor biblioteca de Asia, la china de Tianjin Binhai, eran pintados, sentí una gran ansiedad. No por la engañifa chusca que ideó un chino que vivió por aquí. Me preocupó mucho quién pintó el lomo de decenas de miles de libros. Porque no es una broma pintar todo eso. Hasta el punto de que me pregunto si a los chinos al final no les hubiese salido más a cuenta comprar los libros de verdad
que pagarle a un pintor para que los dibujase en la escayola. El tema plantea preguntas tangenciales: ¿Eligió el pintor los libros o fue un miembro del Partido? Porque una cosa es hacer la lista de tus diez libros preferidos y otra muy distinta la de tus diez mil. Y luego píntalos, por intelectual. Como son tantos, en uno de los estantes de arriba y esquinado lo mismo dibujó un libro de Aznar, que en este caso sería un acto revolucionario. Lo que hay que ver. De haberlo sabido le habría pedido que incluyese un libro mío. Nunca publiqué ninguno, pero sería un primer paso. Sigo atento la apertura de la gran fonoteca china. No le arriendo la ganancia al que tenga que pintar los lomos de los discos.

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