Opinión

Un mundo no mejor

ES UNA mezquindad meterse con alguien desde aquí. Y una bajeza hacerlo con alguien que dona 45.000 millones de dólares "para mejorar el mundo". Pero así somos: pésimas personas. Aún así no puedo con Mark Zuckerberg, el presidente de Facebook, que destina esa millonada a "mejorar el mundo", algo tan voluble como sus acciones en bolsa. No estoy en Facebook. Suelta un tufillo a Gran Hermano que me hace desconfiar de forma instintiva. Por eso creo que destina ese dinero para intentar paliar todo el mal que le está haciendo a los seres humanos. Mi primera desconfianza surge de su camiseta: esa gris que lleva a todas partes y que acabó por conferirle el aspecto de sumo sacerdote de una secta en una película de serie B. Dicen que es un genio. Yo no lo creo. Yo creo que tuvo una idea que seguramente no fue suya del todo y que dio con un algoritmo para sostenerla. Los genios son otra cosa y muy rara vez se empeñan en parecerlo y con menos frecuencia todavía se empecinan en parecer perfectos. Pero ahí está Mark, en la cima de un mundo paralelo. Sin embargo a mí me pasa lo que a Woody Allen: "No me gusta la vida real, pero es el único lugar donde comerse un buen filete".

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