Opinión

La "hipótesis Gaia" y el anómalo verano

EL CIENTÍFICO británico James Lovelock, quien felizmente cumplirá el día 26 de este mes de julio 102 años en plena forma intelectual (aún la semana pasada lo vi en televisión respondiendo a las preguntas de una entrevista que le hacía la BBC), es el creador de la hipótesis Gaia, así llamada a partir del nombre griego de la Tierra –considerada por los antiguos como una divinidad antropomórfica–, que según el propio Lovelock le fue sugerido por su vecino el escritor William Golding, premio Nobel de Literatura y autor, entre otras, de la célebre novela El señor de las moscas. Dicha hipótesis, o teoría, supone que nuestro planeta, o más exactamente, los constituyentes de su superficie habitada (la biosfera, la atmósfera, los oceános, el suelo o tierra propiamente dicha, etc.) configuran en su conjunto un sistema de carácter orgánico, cuasivivo, que se autorregula buscando el equilibrio o, más técnicamente dicho, la homeostasis, de tal forma que cuando alguno de los elementos o factores que la integran se incrementa demasiado, el resto de los ingredientes de Gaia tiende a aminorarlo para recuperar el orden puesto en peligro. Algo que por otra parte me recuerda a lo sugerido por la famosa frase de Anaximandro de Mileto (siglo VI a.C.), la primera conservada de la historia de la filosofía griega y por tanto de la occidental, según la cual los seres de la naturaleza, en su nacer y perecer, "se pagan unos a otros su injusticia según la disposición del tiempo", es decir, tienden a alternarse y a equilibrarse mutuamente recortándose sus excesos particulares.

Viene esto a cuento de los desórdenes que parecen manifestarse en nuestro entorno este verano anómalo: cerca de 50 grados centígrados alcanzados nada menos que en Canadá, temperaturas de récord también en países tan distantes como Estados Unidos y Turquía, inundaciones letales en Centroeuropa y en China, la primera alerta de la historia por calor extremo en el Reino Unido, olas de calor sofocante en España y en otros muchos países, enormes incendios forestales en Norteamérica….todo en un verano en el que la Galicia costera por su parte se ve sumida un día sí y otro también en la niebla sin poder ver el sol. ¿Será todo esto pura casualidad, o este estío del hemisferio norte pleno de fenómenos meteorológicos extremos tendrá algo que ver con la reacción del sistema Tierra –o Gaia– a los excesivos efectos de la acción humana sobre el medioambiente y el clima?

Lovelock compara el funcionamiento de Gaia al de un termostato: cuando la temperatura de un espacio dado alcanza un límite previamente fijado, el sistema recibe la señal de autocorregirse, lo que permite el mantenimiento de la estabilidad interna. El aumento de calor se corrige con efectos contrarios que tienden a regular el sistema devolviéndolo a la normalidad finalmente, pero por el camino, en un ámbito tan amplio y complejo como es la superficie terrestre, pueden producirse demasiados eventos indeseables (huracanes, sequías, inundaciones, olas de calor a las que seguirán otras de frío, etc.) que pueden comprometer la continuidad y el bienestar de muchas especies vivas, entre ellas la nuestra. En todo caso, sea o no correcta la hipótesis Gaia, es difícil obviar que algo está sucediendo en el planeta y que nosotros tenemos que ver con ello.

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